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Santo Domingo.- El nexo entre el corazón y el cerebro es más cercano de lo que se pensaba, y su efecto en la salud física y emocional ha sido confirmado por investigaciones recientes de la Mayo Clinic.
Según el Dr. Mohamad Alkhouli, cardiólogo intervencionista de esa institución, las emociones fuertes como el estrés, la ansiedad, la tristeza o incluso la felicidad pueden modificar los ritmos cardíacos, la presión arterial e incluso originar eventos como el síndrome del corazón roto.
Esta condición, conocida médicamente como miocardiopatía inducida por estrés, produce síntomas semejantes a un infarto, aunque sin bloqueos en las arterias. En muchos casos, solo puede diagnosticarse mediante estudios especializados como la magnetocardiografía.
“El corazón y el cerebro se comunican en ambas direcciones. No es solo el cerebro que afecta al corazón, sino que el corazón también influye en el estado de ánimo y el nivel de estrés”, explicó el Dr. Alkhouli.
Otras enfermedades, como la disección espontánea de arterias coronarias (SCAD), también se asocian al estrés emocional y pueden ser consecuencia directa del síndrome del corazón roto.
El especialista señaló que incluso hay trastornos neurológicos, como los ictus causados por coágulos que se forman en el corazón, que demuestran esa conexión cerebro-corazón. En respuesta, la Mayo Clinic ha creado una Clínica del Corazón y el Cerebro donde cardiólogos y neurólogos colaboran juntos.
“La conexión emocional y cardiovascular es profunda. Estamos empezando a ver ambos órganos como una red dinámica. Cuidar uno es cuidar al otro”, indicó Alkhouli.
Entre las prácticas aconsejadas para mantener esta red en equilibrio se encuentran: dormir bien, controlar el estrés, cultivar vínculos sociales, practicar meditación o mindfulness, mantener una alimentación saludable y hacer actividad física con regularidad.
“La buena noticia es que lo que beneficia al corazón también beneficia al cerebro, y viceversa”, concluyó el cardiólogo.
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