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El Pentágono se enfrenta a un reto de gran envergadura: cómo resguardar más de 350 instalaciones militares distribuidas por todo el territorio de Estados Unidos con tan solo tres equipos antidrones. Estos sistemas, aunque móviles, se ubicarán en puntos estratégicos de las costas Este y Oeste, así como en Alaska, y la desproporción entre los recursos disponibles y la zona a proteger evidencia la gravedad de la amenaza, mostrando que esta primera entrega es únicamente un parche temporal.
A esta situación se suma una burocracia que ralentiza peligrosamente la respuesta. Desde que se detecta un dron no autorizado hasta que se consigue la autorización para actuar pueden transcurrir hasta 24 horas. A ese lapso administrativo se debe agregar otro día completo para el despliegue físico del equipo en la base comprometida, lo que eleva el tiempo total a unas 48 horas, un margen que podría resultar letal en una emergencia real. Esta lentitud contrasta con las advertencias de altos mandos, como la del general que pronosticó una guerra con China para 2025, subrayando la necesidad de agilizar los protocolos defensivos.
En efecto, esta nueva estrategia de defensa responde a un alarmante aumento de incursiones en el espacio aéreo de sus bases. Solo en 2023 se registraron 420 incidentes de este tipo, una cifra que prácticamente duplica los poco más de 200 casos contabilizados el año anterior y que pone de manifiesto una vulnerabilidad creciente, según informa Business Insider.
Para hacer frente a esta coyuntura, el ejército estadounidense ha apostado por la tecnología de la empresa Anduril. Sus kits antidrones son transportables y, además, integran un sofisticado sistema de vigilancia y contención. Estos kits incluyen:
– **Mobile Sentry** o “Centinela Móvil”, una plataforma reforzada que emplea inteligencia artificial y varios radares para la detección y el seguimiento autónomo de amenazas tanto terrestres como aéreas.
– **Wisp SkyFence**, un sistema de imágenes pasivo de 360 grados equipado con IA que brinda un conocimiento continuo de la situación.
– **Pulsar**, un detector de radiofrecuencia y fenómenos electromagnéticos, que también está disponible en una variante aerotransportada que puede montarse en un dron.
La detección recae en la plataforma Centinela Móvil, que combina radares con IA y sensores capaces de identificar aparatos por sus emisiones de radiofrecuencia. Este enfoque en soluciones avanzadas es una constante en las fuerzas armadas, que exploran continuamente nuevas capacidades, como demuestra la prueba de nueva tecnología militar estadounidense que incluso utiliza hidrógeno verde.
Una vez localizado el intruso, los operadores pueden neutralizar la amenaza de dos formas. Pueden elegir métodos físicos, de carácter cinético, o emplear sistemas de interferencia no cinéticos, diseñados específicamente para operar con seguridad dentro del congestionado espacio aéreo norteamericano. En definitiva, se trata de un paso inicial necesario pero, a todas luces, insuficiente para proteger plenamente unas infraestructuras críticas que se han vuelto peligrosamente vulnerables.
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