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Cuesta asimilar que al partido del cambio, su congreso y su presidente, Luis Abinader Corona, no les remueva las entrañas al conocer las estadísticas de embarazos en niñas; y lo que es peor, que aún así, hayan promulgado un Código Penal “moderno” que legitima tal barbarie.
Las cifras presentadas por el gobierno sobre embarazos en menores de 14 años para 2023 claman el desamparo de las “Hijas de Nadie”: 22 niñas de 13 años, 15 de 12 años, 3 de 11 años y un caso de una niña de apenas 10 años. Todas ellas fueron embarazadas por violación y obligadas a parir.
Según los datos oficiales, tras cada niña embarazada hay un adulto que ha tenido relaciones sexuales con ella: 181 hombres entre 20 y 24 años, 51 entre 25 y 29, 19 entre 30 y 34 y 9 entre 35 y 39 años. Esto no son “relaciones”; son crímenes en serie contra la infancia. Estas cifras deberían estremecernos.
El abuso sexual infantil es un delito que se perpetúa ante la mirada cómplice del silencio. Estos hombres actúan ante vecinos que prefieren no ver, un Ministerio de Educación renuente a ofrecer educación sexual basada en la ciencia, iglesias que callan y autoridades judiciales que miran hacia otro lado. Este delito está enraizado en nuestra cultura. Madres desesperadas por la pobreza en ocasiones ven en el agresor de su hija una solución económica. Es un tema de poder; hombres inseguros eligen a niñas por su inexperiencia. El silencio colectivo no es inocente: es el combustible que alimenta la impunidad.
Dado que nuestro Código Penal prohíbe interrumpir un embarazo en todos los casos, los embarazos en menores de edad exigen que toda la población conozca y proteja nuestro Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes, el cual en su Artículo 396, literal c) de la Ley No. 136-03, define el abuso sexual como: “La práctica sexual con un niño, niña o adolescente por un adulto o persona cinco años mayor, realizada para su gratificación sexual…”.
Las menores de edad no tienen capacidad para consentir.
El embarazo adolescente es una forma de violencia. Es dominación pura y se tipifica como un delito. No hay excusas válidas; esto no es cuestión de moral, sino de control. Y mientras no desmantelamos esa violencia, seguiremos siendo encubridores.
La palabra dada tiene un peso eterno. No es solo sonido: es juicio, es destino. Abinader prometió despenalizar las 3 Causales. Su compromiso con las mujeres se lo llevó el viento. Será recordado como el presidente del país que obliga a sus niñas a parir a sus verdugos.
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