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**Artesanías tradicionales, cómics, charlas y un trozo del Muro de Berlín integran los atractivos de esta edición dedicada a la literatura infantil**
Santo Domingo – Las costumbres y los personajes cotidianos de la vida dominicana, muchos de ellos heredados de la época taína, como la preparación del casabe, las cocineras que trabajan con fogones de leña y anafes, la costurera que utiliza viejas máquinas Singer, los carromatos tirados por bueyes y los bailes típicos, figuran entre los señalamientos de la XXVII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2025.
En el pabellón de artesanías criollas, los artesanos modelan y remodelan con sus manos barro, madera, jícaras de coco o vidrio reciclado, convirtiéndolos en obras que remiten a escenas tradicionales del país y permiten a los visitantes revivir imágenes de la cultura popular.
Detrás del histórico restaurante Maniquí, las creadoras Ana de la Rosa e Iris Vallejo explican que su inspiración nace de las costumbres dominicanas y que, mediante el barro, pretenden preservarlas para que las generaciones venideras conozcan el modo de vida de sus antepasados.
“ Aquí tenemos el pilón para moler arroz y café, la cocinera al fuego guayando yuca, el limpiabotas, el proceso del cultivo del café y un grupo típico tocando perico ripiao ”, comentó Ana de la Rosa, quien mostró con entusiasmo parte de su propuesta en vivos colores.
Por su parte, Sheila Hernández reutiliza residuos de vidrio para convertirlos en vitrales que antes se limitaban a transmitir mensajes bíblicos en iglesias. Hoy, esas piezas se transforman en figuras coloridas como mariposas, flores y otros elementos decorativos para el hogar.
“ Ahora se ha diversificado, se elaboran distintos trabajos y souvenirs que gustan mucho a la gente ”, señaló Hernández.
De igual modo, Josefina González, del Taller Didáctico Oriolis de Puerto Plata, emplea la madera para crear juegos que facilitan a los niños el aprendizaje de matemáticas y lengua española. Otros artistas plásticos pintan paisajes del campo dominicano sobre jarras, cafeteras y objetos tradicionales, recuperándolos del olvido y vistiéndolos con los colores de la bandera.
La feria, que este año rinde homenaje al historiador Frank Moya Pons por sus aportes bibliográficos y culturales al país, también brinda a los visitantes la oportunidad de acercarse a la historia universal. Uno de los atractivos es un fragmento original del Muro de Berlín, donado por la República Federal de Alemania, que simboliza el anhelo de libertad del ser humano.
Inicialmente exhibido en el Monumento Fray Antón de Montesinos, el bloque fue trasladado a la Plaza de la Cultura, donde ahora puede ser contemplado y fotografiado por estudiantes y familias. Esta pieza, que durante 28 años formó parte del muro que dividió a Alemania, constituye uno de los símbolos más claros de la Guerra Fría, de la disputa ideológica y de la carrera armamentista entre el Pacto de Varsovia y la OTAN.
La donación a la Primada de América honra a Santo Domingo como ciudad histórica y rememora la revolución pacífica que culminó el 9 de noviembre de 1989 con la caída del muro y, meses después, la reunificación alemana el 3 de octubre de 1990.
Otro de los espacios que capta la atención en esta XXVII Feria Internacional del Libro es el Pabellón del Cómic, concebido especialmente para niños y jóvenes. Allí se proyectan documentales sobre la historia de la animación dominicana y se exhiben catálogos de estudios como Mondo Sikys, Lite Visual, Alpha Eve, Papaya Studios y Moro Studio, además de ofrecer publicaciones a la venta.
A diferencia de ediciones anteriores, este año el recinto ferial estuvo protegido por amplias carpas techadas, lo que permitió a los visitantes recorrer los diferentes stands sin inconvenientes pese a las lluvias del fin de semana.
Organizada por el Ministerio de Cultura, la feria cuenta con pabellones temáticos, salas de conferencias, dos auditorios y 123 espacios de exposición. En total se desarrollan más de 600 actividades, entre ellas 182 presentaciones de libros, 33 conferencias, 125 charlas, talleres y coloquios. Esta edición tiene un énfasis especial en la literatura infantil, razón por la cual muchas de las actividades están dirigidas a niños y jóvenes.
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