Salud

Los investigadores detectan variaciones en los rasgos de personalidad entre quienes sufren dolor crónico y quienes no lo padecen

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Las dolencias más comunes entre los participantes del estudio fueron dolor lumbar, migraña y artritis.

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Las dolencias más comunes entre los participantes del estudio fueron dolor lumbar, migraña y artritis.

Un reciente trabajo de la Universidad Murdoch, en Australia, sostiene que los factores psicológicos pueden jugar un papel fundamental en la forma en que se vive y se controla el dolor crónico; además, observaron que una dosis de autocompasión resulta de gran utilidad para quienes padecen este tipo de malestar.

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En concreto, la investigación reveló que el dolor persistente estaba vinculado a niveles notablemente más altos de perfeccionismo y a una menor capacidad de autocompasión. “Realizamos esta investigación porque, aunque se reconoce la relación entre el estrés y el dolor, aún se desconoce cómo el estrés derivado de expectativas perfeccionistas se conecta con el dolor crónico”, explicó el doctor Graeme Ditchburn.

El estudio se desarrolló en dos fases e incluyó a 531 individuos de entre 18 y 65 años que declararon sufrir de dolor crónico durante más de tres meses, excluyendo casos de cáncer o lesiones recientes que aún estuvieran cicatrizando, y a 515 personas que no reportaron dolor alguno.

Las patologías dolorosas más frecuentes entre los encuestados fueron dolor de espalda, migraña y artritis. “Las personas con dolor crónico pueden sentirse frustradas ante las dificultades que implica llevar a cabo actividades diarias y suelen perseguir metas poco realistas o inalcanzables”, comentó el investigador.

“Además, pueden percibir que los demás tienen expectativas difíciles de cumplir. La falta de autocompasión puede estar acompañada de miedo al juicio o a la autocrítica, interpretando el dolor y la carga que conlleva como una culpa personal. Esto también perjudica la percepción de autoeficacia o la confianza en la propia capacidad”, añadió.

A su vez, señaló que “estos factores guardan relaciones tanto directas como indirectas con el estrés, lo que repercute negativamente en la salud física y mental”. Por lo tanto, los resultados indican que intervenciones orientadas a fomentar la autocompasión y a moderar las tendencias perfeccionistas podrían resultar beneficiosas para quienes experimentan dolor crónico.

El impacto físico y psicológico de una condición varía según el tipo y la cantidad de dolencias que presente el individuo; por ello, los investigadores proponen que futuros estudios analicen si la naturaleza de la condición y el grado de deterioro percibido (tanto por la persona como por su entorno) se relacionan con el perfeccionismo, la autocompasión y la autoeficacia.

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