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Santiago y el Cibao se encuentran en su auge. Precisamente en una etapa donde se exige amplificar las esencias creativas que consoliden la marca. La historia muestra a estos territorios como focos de ideas. Caer en simplificaciones sobre nuestra identidad y proponer disparate, conducirá a cantinflismos apócrifos. Cuando las Águilas sufren una derrota contra el Licey, 10‑0, critico al conjunto, pero continúo como aguilucho.
Asimismo, Baní y Peravia asombran por su habilidad para concentrar mentes reflexivas. Constituyen una esencia preciada: intelecto y unión. Ese es el reconocido capital social que analizan Robert Putnam y B. Kliksberg.
Al momento de nombrar el galardón que Santiago concedería a sus ciudadanos más destacados en pensamiento y acción, acordamos llamarlo “Pedro Francisco Bonó”.
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Bonó se erigió como el referente intelectual de la Restauración de la Independencia. Sus aportes respecto al proletariado y al tabaco, como expresión primigenia de los más altos valores democráticos, impulsaron la consolidación de Santiago y el Cibao como centros de pensamiento progresista.
Bonó continuó su legado a través de una comunidad crítica de intelectuales y creadores, que hoy constituyen faros de nuestro proyecto estratégico. Su figura quedó inmortalizada entre poetas, artistas, pensadores y urbanistas: Juan Bosch en literatura y política, Juan Antonio Alix en poesía popular, Yoryi Morel en artes visuales, Cuqui Batista en arquitectura, y Wilfredo García y Domingo Batista en fotografía, entre muchos otros.
De igual forma, dejaron su impronta intelectual ese conjunto de jóvenes que se formaron en Europa y EE. UU., y regresaron al Cibao para presentar los proyectos más innovadores. Aludimos a Luis Crouch, Alejandro Grullón, Jimmy Pastoriza y Eduardo León Jimenes, fundadores de la Asociación para el Desarrollo. En tiempos más recientes, figura Frank Moya Pons, Monseñor Agripino Núñez Collado, Rafael Emilio Yunén, Danilo de los Santos y una veintena de intelectuales adicionales.
Se reconoce que los centros de reflexión creativa, o “think tanks”, como el de Santiago, representan la suma de agentes del saber y protagonistas de la transformación del desarrollo humano.
Sin embargo, no hay acuerdo universal en torno a la definición de un think tank modelo. Las estructuras, misiones y funciones de estas entidades varían, al igual que la excelencia de sus propuestas y su repercusión en la comunidad. Intentar hallar una “definición exacta” resulta, a menudo, una labor pedestre. En su núcleo residen la innovación (añadir valor) y la creatividad (producir ideas inéditas).
Los planteamientos creativos e innovadores deben trascender la mera materialidad de los productos, conectándose con el espíritu, la esencia, la sinergia y la cohesión. Esas modalidades de pensamiento y herramientas preclara que preceden a toda ola de ejecuciones exitosas y replicables.
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