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Vista parcial de una de las concentraciones contra las medidas de Macron en Nantes, al oeste de Francia. AP —
Acompañada de cientos de otros manifestantes en París, la enfermera del hospital Aya Touré capturó el sentir de muchos que, el jueves, inundaron las calles de todo el país para protestar contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron.
—“Cansados. De verdad, muy cansados”, afirmó. “Quienes nos gobiernan no tienen idea de los problemas cotidianos. Nosotros estamos pagando la cuenta”.
Las huelgas que paralizaron el metro parisino y dejaron constreñidos otros servicios, junto con manifestaciones en toda la nación que escalaron en choques puntuales con la policía, que empleó ráfagas de gas lacrimógeno, dieron voz a las quejas generalizadas de que ocho años de mandato del presidente, orientado al sector empresarial, han favorecido a muy pocos y perjudicado a demasiados.
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El día de agitación en la segunda economía más grande de la Unión Europea buscaba incrementar la presión sobre el recién nombrado primer ministro Sébastien Lecornu y sobre Macron. La disputa se intensifica tanto en el Parlamento como en las calles, centrada en cómo tapar los agujeros de la hacienda pública, mientras la oposición se opone a los recortes propuestos en los servicios públicos que sostienen el estilo de vida francés.
—“No entiendo cómo pueden siquiera plantearse recortes”, comentó Clara Simon, estudiante de historia que marchaba dentro de la muchedumbre parisina, ondeando un cartel que leía: “Universidad en peligro”.
—“Ya no hay presupuesto para jabón en los lavabos, ni para reparar un asiento roto”, añadió. “Estoy indignada porque la situación económica y social de Francia empeora cada año”.
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