Salud

Ni demasiado ni escaso: la trampa de la inequidad y el auge económico

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La desigualdad entorpece el progreso social y económico a largo plazo, obstaculiza la reducción de la pobreza y puede mermar la sensación de realización y la autoestima de las personas.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La desigualdad entorpece el progreso social y económico a largo plazo, obstaculiza la reducción de la pobreza y puede mermar la sensación de realización y la autoestima de las personas. Estas situaciones repercuten directamente en la vida cotidiana, como la carencia de acceso a oportunidades y servicios. Por ello, la cuestión de la desigualdad y la forma de disminuirla constituye una interrogante central en la perspectiva de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que examina a fondo las causas de las disparidades dentro y entre los países, y propone estrategias para mitigarlas.

En las últimas décadas, América Latina y el Caribe han mejorado colectivamente sus niveles de desarrollo humano, concepto que el PNUD define como la ampliación de las oportunidades que tienen las personas para vivir en bienestar.

Desde 1990, año en que el PNUD empezó a medir el índice, hasta 2023, la República Dominicana ha incrementado su Índice de Desarrollo Humano (IDH) en un 32 %. Este avance sitúa al país en la categoría de desarrollo humano alto, con un valor de 0,776 y la posición 89 de 193 países, según el último informe global de desarrollo humano.

Sin embargo, ese promedio nacional está matizado por desigualdades estructurales que limitan el goce pleno y equitativo del desarrollo humano para toda la población. El IDH ajustado por desigualdad, sub‑índice incluido en el Informe sobre Desarrollo Humano, estima cuánto desarrollo pierde un país debido a la distribución injusta del bienestar. Todas las naciones del mundo presentan pérdidas en su desarrollo humano; por ello, una meta común es atacar las raíces de la desigualdad, ampliando las oportunidades para todos.

Cabe destacar que, entre 2010 y 2023, la República Dominicana logró una tasa de reducción de la desigualdad del 1,7 % anual, frente al 1 % de la región latinoamericana y caribeña. Desde 2018, el país muestra menor desigualdad en relación con su IDH comparado con el resto de la zona.

Por ejemplo, en 2023 la República Dominicana perdió un 18,3 % de su índice de desarrollo humano por desigualdad, cifra inferior al promedio regional (20,9 %). Asimismo, entre 2015 y 2024, la nación experimentó una tendencia a la disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso, medida por el coeficiente de Gini, tanto a nivel nacional como en sus zonas.

El enfoque de desarrollo humano plantea que el progreso de los estados no puede evaluarse solo a partir de la riqueza material que generan. Se requiere adoptar una visión multidimensional que vaya más allá del ingreso e incluya, igualmente, los ámbitos de salud y educación como tres condiciones esenciales para el bienestar y la calidad de vida.

Por caso, los países clasificados con desarrollo humano muy alto pierden, en promedio, un 10,2 %.

El índice de Gini es un indicador que cuantifica la concentración de los ingresos de un país, generando un valor entre 0 y 1. Cuanto más próximo a 1, mayor la concentración; cuanto más cercano a cero, mayor la equidad en la distribución de los recursos.

Definición propuesta por la Organización Internacional del Trabajo para denominar el trabajo productivo en ámbitos urbanos y rurales. El índice nacional pasó de 0,445 en 2015 a 0,386 en 2024, lo que muestra una disminución sostenida de la desigualdad.

El IDH ajustado por desigualdad toma en cuenta las inequidades en la distribución de logros en las tres dimensiones clave del desarrollo humano: salud, educación e ingreso. La trayectoria de la República Dominicana en estos componentes es diversa, encontrándose mayor desigualdad en el acceso a servicios de salud:

– **Salud**: En esperanza de vida, el país mostró consistentemente niveles de desigualdad superiores al promedio regional, con una brecha creciente que alcanzó el 73,4 % en 2023. Este dato se relaciona con los retos que persisten en la universalización de la atención primaria, especialmente en salud materna y neonatal.

– **Educación**: La desigualdad fue generalmente menor en la República Dominicana que en la región, particularmente entre 2012 y 2023, aunque con algunas fluctuaciones.

– **Ingreso**: La desigualdad fue más alta en la región que en la República Dominicana. El país evidenció diferencias negativas promedio (contracción) de alrededor del 30 % entre 2020 y 2023, reflejando una menor disparidad relativa en el acceso a los ingresos respecto a otros países.

A pesar de estas cifras agregadas y comparativas a nivel internacional, no se niega que la desigualdad siga siendo un desafío importante para el desarrollo nacional. La plataforma territorial de desarrollo humano del PNUD en República Dominicana, que realiza un zoom comparativo interno, señala que, entre 2010‑2022, el país perdió cerca del 22 % de su potencial de desarrollo humano a causa de las desigualdades territoriales en el acceso a servicios básicos como salud, educación y generación de ingresos.

Si bien a nivel nacional la República Dominicana está catalogada con un Índice de Desarrollo Humano Alto al compararse con otras naciones, a nivel territorial y entre sus regiones, el panorama resulta mixto. El desarrollo humano alto se concentra exclusivamente en la zona Ozama (Distrito Nacional y Santo Domingo), mientras que otras áreas presentan niveles medio‑alto, medio‑bajo o bajo. Las provincias fronterizas están entre las más rezagadas y, curiosamente, también Yuma (El Seibo, La Altagracia, La Romana), una zona turística clave del país, donde se localiza el polo turístico de Punta Cana.

Esta evolución sugiere avances en la equidad del ingreso, pero también la necesidad de consolidar y territorializar esos logros, garantizando mejoras en otros aspectos del bienestar como la salud y la educación. El pronóstico lineal indica que la República Dominicana alcanzaría la igualdad en términos del IDH ajustado por desigualdad en aproximadamente 40 años, si mantiene el ritmo. Ese escenario ya anticipa un progreso lento para la reducción de la desigualdad y no considera posibles choques —como crisis económicas globales o desastres naturales— que podrían frenar notablemente el avance.

Por ello, centrar la atención en acelerar la disminución de la desigualdad resulta indispensable para lograr un desarrollo verdaderamente sostenible, inclusivo y resiliente. El dinamismo económico avanza a un paso más rápido que la reducción de la desigualdad, demostrando que el crecimiento económico no implica automáticamente una caída de las brechas sociales.

Esto subraya la urgencia de continuar implementando políticas públicas que fomenten la colaboración entre todos los sectores, que aseguren inversiones alineadas a las prioridades nacionales en todo el territorio, con el objetivo de que los beneficios del crecimiento se distribuyan de forma más equitativa y consciente, siempre con un enfoque centrado en las personas.

Para lograr avances sustantivos en menos tiempo, el país debe redoblar sus esfuerzos en medidas que simultáneamente atiendan la redistribución del ingreso y el acceso equitativo a los servicios de educación y salud, como primer peldaño para ejercer otros derechos. Por ejemplo:

– Aprovechar el impulso de la estrategia Meta 2036, promoviendo una visión de sostenibilidad e inclusión más allá del PIB, traduciendo el crecimiento económico proyectado en bienestar para todas las personas y en todos los territorios, alineado a las prioridades de desarrollo nacionales.

– Continuar reforzando la planificación territorial, centrada en reducir las barreras geográficas al acceso a servicios sociales, empleo decente y protegido, así como a fuentes de ingresos sostenibles: de las 10 regiones de planificación, solo la zona Metropolitana posee la categoría de desarrollo humano alto, 3 regiones se sitúan en medio‑alto, 2 en medio‑bajo y 4 en desarrollo humano bajo.

En cuanto a las tres dimensiones del desarrollo humano a nivel territorial, se requiere impulsar mayor inversión en salud preventiva y acceso universal, particularmente en comunidades rurales y poblaciones históricamente excluidas; profundizar el fortalecimiento de la calidad educativa con foco territorial y de género, atendiendo a las disparidades en aprendizaje, permanencia escolar y oportunidades para jóvenes, incorporando tecnologías emergentes en la educación y el emprendimiento; y promover políticas fiscales progresivas y una protección social universal y adaptativa, que redistribuya los ingresos y reduzca vulnerabilidades.

Asimismo, es crucial seguir atendiendo las brechas invisibles de género —como la diferencia salarial o la distribución desigual del cuidado— pues una perspectiva sensible al género contribuye directamente a potenciar las oportunidades de desarrollo humano a nivel global, especialmente en la inserción productiva, el empoderamiento, la participación política y la salud reproductiva.

Redoblar los esfuerzos de innovación y digitalización, con incentivos para el acceso a nuevas tecnologías y herramientas digitales, permitirá aprovechar las oportunidades de inserción económica de adolescentes, jóvenes y poblaciones vulnerables, evitando la reproducción de inequidades en el futuro.

Diseñar respuestas adaptativas para la resiliencia de la población pobre y en vulnerabilidad socioeconómica frente a eventos climáticos extremos y no extremos también es indispensable.

La desigualdad no solo desacelera el progreso, sino que lo fragmenta. Un crecimiento económico inclusivo y sostenible permitiría a la República Dominicana avanzar de forma más rápida y equitativa. Los recursos están a nuestro alcance; sigamos trabajando para crecer sin dejar a nadie atrás.

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