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Los artículos textiles dominicanos contarán con una ventaja arancelaria en el mercado estadounidense.
En el presente mes, que se va despidiendo con resonancias en el ambiente, la nación acogió la visita de una delegación de la Association of American Clothing and Footwear (AAFA), la más importante de su categoría en EE.UU., cuya llegada brinda la oportunidad de revitalizar las exportaciones textiles de nuestras zonas francas.
La misión, liderada por Stephen Lamar, presidente y director ejecutivo de la entidad, y compuesta por quince integrantes, se realizó poco después de que el presidente Luis Abinader, durante una visita a Washington, se reuniera con representantes de ese sector, quienes aprovecharon la ocasión para expresar su interés en explorar de cerca las posibilidades de inversión que la República Dominicana ofrece en esta industria.
La República cuenta con ventajas únicas: proximidad geográfica al mercado de EE.UU., un entorno político y social estable, y una fuerza laboral cualificada que ha forjado una experiencia de larga data en un sector que, durante décadas, fue el núcleo de las zonas francas. Aunque la proporción del textil en el total de exportaciones ha disminuido en los últimos años, cediendo paso a áreas como dispositivos médicos y tabaco, su contribución en términos absolutos sigue siendo importante.
Vale la pena recordar que en 2004 el sector de confección abarcaba el 54 % de las exportaciones de zonas francas, porcentaje que en 2024 se redujo a 9,8 %, siendo superado por los productos médicos y farmacéuticos (32,8 %) y por el tabaco y sus derivados (15,7 %). La caída en cifras absolutas ha sido menos drástica: de 2.076 millones de dólares en 2004 a cerca de 825 millones en 2024.
En el nuevo contexto arancelario mundial —donde los custodios del mercado vigilan celosamente sus beneficios— surgen mejores perspectivas para aquellos que no son percibidos como competidores. En este escenario, la República Dominicana presenta ventajas evidentes: mientras nuestro país se enfrenta a un arancel apenas del 10 % impuesto por la administración Trump, los principales exportadores textiles a EE.UU. soportan gravámenes mucho más elevados: China 54 %; Vietnam 46 %; Camboya 49 %; Bangladesh, inicialmente 37 % y luego disminuido al 20 % en ciertas partidas; India entre 25 % y 27 %. Se añaden Sri Lanka, Indonesia y Pakistán, con tributos similares.
Esto dibuja un panorama, en términos generales, favorable para la nación, donde cada pieza de ropa, destinada a quienes en cualquier parte del mundo se visten por necesidad o por moda, lleva consigo la huella de una jornada laboral realizada en nuestro suelo.
De este modo, con el horizonte limpio y la luz del sol a su espalda, la República Dominicana posee la ocasión de avanzar con paso decidido hacia el mercado estadounidense, mientras que muchos de sus rivales ven sus rutas oscurecidas por la sombra de los aranceles.
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