Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Anthony C. Grayling, fundador del New College of the Humanities y autor de más de treinta libros sobre ética y razón, cree que ahora deberíamos fijarnos más en Nelson Mandela, Martin Luther King Jr. o Malala Yousafzai y menos en Donald Trump o Vladimir Putin.
Fechados entre el 200 a. C. y el 650 d. C., los más de trescientos geoglifos inéditos descubiertos este verano en el desierto del sur de Perú duplican el total de Líneas de Nazca conocidas hasta ahora. Representan felinos, aves, peces, figuras humanas y complejos patrones geométricos que alcanzan cientos de metros de extensión. Gracias a una inteligencia artificial desarrollada por IBM, estas formas dibujadas hace miles de años que engrandecen la leyenda sobre este lugar reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad han podido ser descubiertas en tan solo seis meses. En contraste, algunos de los mejores arqueólogos del mundo han trabajado en la zona durante más de un siglo buscando pruebas y no consiguieron avanzar mucho.
Este hallazgo histórico es uno de los muchos ejemplos positivos que se pueden citar de una tecnología que seguirá dando mucho que hablar en los próximos años. Pero a muchos intelectuales -cada día a más- les inquieta más el mal uso que se le dé y nadie sabe bien cómo frenar la que ya se considera la mayor revolución tecnológica de la historia de la humanidad.
Geoffrey Hinton, considerado el padrino de la inteligencia artificial, comenzó a hablar públicamente sobre sus preocupaciones en el año 2023 tras dejar su trabajo en Google, empresa de la que formó parte más de una década. A sus 77 años, Hinton se siente responsable de haber contribuido a crear una tecnología que podría estar fuera de control en no mucho tiempo y a la que ha llegado a asemejar a un nuevo dios. No es el único que ha alertado sobre su poder. Sam Altman, CEO de OpenAI, se ha referido a ella como una “inteligencia mágica en el cielo”, mientras que Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, ha argumentado que una inteligencia artificial podría ayudar a traer al Anticristo.
Sin llegar a tanto, Anthony C. Grayling (Luanshya, Rodesia del norte -actual Zambia-, 1949) advierte: “Me preocupa mucho el mal uso de la inteligencia artificial. Por ejemplo, en la educación, donde esta tecnología subvierte el proceso educativo porque muchos estudiantes la utilizan para escribir ensayos o hacer una investigación, una función que es vital para el desarrollo de la capacidad intelectual. También, en los sistemas de armas militares, en la toma de decisiones en la atención médica o en sistemas de gobierno, dado que un proceso puramente algorítmico es probable que pase por alto las sutilezas de la individualidad”. Estas sutilezas no son nimiedades y, en muchos casos, marcarán la diferencia entre la consecución de un acto bueno o de uno malo.
Fundador del New College of the Humanities y autor de más de treinta libros sobre ética y razón, Grayling participará en la edición número veinte de Hay Festival Segovia, un encuentro que tendrá lugar del 11 al 14 de septiembre y que contará con la presencia de políticos como Josep Borrell, Enrico Letta o Nick Clegg. También con la de los escritores Mariana Enríquez, Leonardo Padura, Juan Gabriel Vázquez, Javier Cercas, Dolores Redondo, María Dueñas, Carmen Posadas o David Uclés, o los referentes culturales Secundino Hernández, Alberto García-Alix, Hubertus von Hohenhoe o el marchante de arte portugués Mário Roque.
Grayling hablará sobre ética en este evento, una palabra que, en su opinión, no ha caído en desuso, pero a la que debemos prestar más atención. “Siempre hemos necesitado responder a la pregunta fundamental”, explica. ¿Cuál es? “La palabra ética proviene del griego clásico ethos y significa carácter. La pregunta ética fundamental es ¿qué tipo de persona debería ser? ¿Cómo debería vivir? La palabra moral proviene del latín moralia y se refiere a cómo nos comportamos cuando nos relacionamos con los demás. Su pregunta fundamental es ¿qué debería hacer en esta situación? ¿Cuál es la forma correcta de actuar? La ética trata de lo que hay que ser y la moral de cómo debemos actuar. Están conectadas porque las respuestas a las preguntas morales guiarán nuestra forma de ser”, responde el británico.
Los códigos morales cambian con el tiempo, advierte Grayling, que cree que no se debe juzgar el pasado con los ojos del presente. “La historia demuestra que las sociedades oscilan entre fases más moralistas y más liberales. En algunos aspectos, estamos viviendo hoy en una fase más moralista. Por ejemplo, con causas woke como el movimiento me too. Pero al mismo tiempo hay menos hipocresía sobre otros aspectos, como el adulterio, que antes se mantenía más oculto. Estamos viviendo un momento algo confuso en cuestiones morales”, asegura el filósofo.
Preocupado especialmente por los códigos que aprenden los jóvenes, Grayling recomienda: “La mayoría de los padres y maestros intentan inculcar algunos valores como integridad, valentía, amabilidad, sentido de responsabilidad hacia los demás, respeto por la verdad, sentido de honor, justicia o compromiso con el trabajo. Pero al mismo tiempo, la idea de ser rico, famoso y poderoso es muy seductora, y la atención que reciben las personas que lo son abre la puerta a la corrupción”. Por eso, cree que deberíamos hablar más de Nelson Mandela, Martin Luther King Jr. o Malala Yousafzai y menos de Donald Trump, Viktor Orbán o Vladimir Putin, aunque es consciente de las dificultades del momento. ¿Y quién no?
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