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La hidratación es crucial. Es evidente: consumir agua es fundamental para asegurar el bienestar del cuerpo, y su importancia se intensifica sobre todo con la llegada del calor.
Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dan directrices claras: la ingesta total de agua recomendada se encuentra entre 2 y 2,5 litros diarios para mujeres adultas y entre 2,5 y 3 litros para hombres adultos, siempre en condiciones normales de temperatura y actividad física.
La principal forma de hidratarse es bebiendo agua, pero no es la única. Una parte importante de las necesidades hídricas puede cubrirse a través de alimentos con mucha agua, especialmente frutas.
Variedades diferentes sobresalen por su aporte, así como por su riqueza en nutrientes clave para el organismo. Según lo publicado en el portal web especializado en nutrición y dietética ProDieta, estas son las frutas más hidratantes, ideales para los meses más cálidos del año.
La sandía lidera el ranking con un 91,7% de agua. Este elevado porcentaje convierte a la sandía en una de las mejores opciones para refrescarse y mantener la hidratación corporal y de la piel.
Su perfil nutricional incluye cantidades destacadas de vitaminas A, C, E, además de potasio y magnesio. De acuerdo con diferentes fuentes sanitarias, consumir sandía puede contribuir al cuidado cardiovascular.
Asimismo, suele valorarse su utilidad para aliviar la fatiga muscular, ya que favorece la relajación tras la actividad física.
Fresa: fibra y vitamina C en cada bocado
Las fresas y los fresones cuentan con un contenido de agua del 90,6% y casi no aportan calorías. La mayor parte de la fruta está formada por agua, seguida de hidratos de carbono alrededor del 7%, sobre todo fructosa, glucosa y xilitol.
Comer fresas también asegura un aporte interesante de fibra, esencial para el tránsito intestinal.
En cuanto a micronutrientes, destacan su riqueza en vitamina C, así como la presencia de ácido fólico, vitamina E y betacarotenos.
El potasio es el mineral más representativo en su composición.
Melón: hidratación y efecto diurético
Con un 92% de agua, el melón se sitúa como uno de los máximos exponentes entre las frutas hidratantes.
Aporta algo más de calorías que la sandía, aunque sigue siendo una opción de bajo valor calórico. Se valora su efecto diurético, que facilita la eliminación de líquidos al mismo tiempo que asegura una hidratación adecuada.
El melón contiene altas cantidades de vitamina C: 300 gramos de pulpa sin corteza cubren hasta el 75% de la ingesta diaria recomendada.
Es, junto con la naranja, una de las frutas con mayor aporte de folatos. Suma además cantidades importantes de potasio y presenta un contenido de azúcar inferior al de otras frutas.
Pomelo: bajo aporte calórico y vitamina A
El pomelo está formado en un 89% por agua, lo que explica su bajo aporte energético.
Resalta por su contenido en vitamina A y se relaciona con propiedades tonificantes y de estímulo del apetito.
El zumo de pomelo, especialmente en el desayuno, actúa como depurativo, aunque si se busca mejorar la ingesta de fibra lo recomendable es comer la pieza entera, separada en gajos.
Otro clásico del verano es el melocotón, con un 88% de agua. Los melocotones se distinguen por su aporte de vitaminas A, C, B1, B2 y B6, además de potasio, fósforo, magnesio, calcio, azufre, cloro, manganeso, cobre y hierro.
El Instituto Catalán de Endocrinología destaca en sus análisis la importante presencia de betacarotenos, compuestos relacionados con la función antioxidante.
Junto a estas cinco frutas, otras alternativas son igualmente válidas en la dieta diaria durante los meses de calor.
Las ciruelas, las cerezas, la piña, la papaya, el albaricoque o la nectarina también ofrecen un alto contenido en agua, proporcionando frescura y nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo y el mantenimiento de la hidratación.
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