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Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribe profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.
Aunque pueda parecer un mero trámite de las azafatas y los azafatos, el Modo Avión tiene su porqué. Este ajuste, presente en cualquier móvil, tableta o portátil, corta al instante todas las conexiones inalámbricas del dispositivo. Desactiva llamadas, datos móviles, WiFi y Bluetooth, aunque el usuario luego puede reactivar las dos últimas sin problemas.
Esta función surgió como respuesta a un riesgo que, aunque improbable, no se puede descartar por completo, las interferencias. Los sistemas de comunicación de un avión son delicados y, en teoría, la señal de cientos de móviles buscando red podría generar ruido que dificulte la recepción de datos cruciales durante el vuelo. Por eso las aerolíneas solicitaron a los fabricantes que incluyeran un modo que simplificara la desconexión total.
Hoy en día, la tecnología ha avanzado y los equipos son mucho más seguros frente a estas posibles interferencias. Sin embargo, la normativa aérea sigue exigiendo activarlo como medida preventiva. No es que un único teléfono cause un accidente, pero la suma de decenas de dispositivos sí puede generar un entorno eléctrico más ruidoso de lo conveniente para los pilotos.
Activar el Modo Avión es algo que lleva un segundo y evita problemas mayores. Desde la cabina, lo que se busca es disminuir cualquier mínima posibilidad de interferencia en la comunicación entre el avión y las torres de control. Aunque la probabilidad sea baja, la aviación civil se rige por el principio de máxima precaución, de ahí que se mantenga la obligación de cumplir con esta norma.
Además, hay que tener presente que durante el despegue y el aterrizaje los sistemas del avión trabajan con mayor esfuerzo. Son momentos clave en los que cualquier alteración, por mínima que sea, debe quedar fuera de la ecuación. De ahí la insistencia de la tripulación en que todos los pasajeros activen el Modo Avión antes de iniciar el vuelo.
Las cosas han cambiado respecto a hace poco más de una década. Cada vez más aerolíneas ofrecen conectividad WiFi en sus vuelos, lo que permite al viajero navegar y enviar mensajes a 10.000 metros de altura. En estos casos, basta con activar el Modo Avión y luego encender manualmente la opción de WiFi para disfrutar del servicio sin incumplir la norma.
Lo mismo ocurre con los auriculares inalámbricos. Gracias al Bluetooth, es posible seguir usando música o películas descargadas, incluso cuando el teléfono sigue técnicamente en Modo Avión. Así, se consigue un equilibrio entre seguridad y comodidad.
Más allá de las razones técnicas, el Modo Avión tiene un efecto añadido que muchos viajeros agradecen: el descanso digital. Al activar esta función, el teléfono deja de recibir notificaciones, llamadas o correos electrónicos. Es una pausa que ayuda a disminuir la ansiedad y, de paso, a ahorrar batería para cuando realmente se necesite. También resulta útil en tierra. Mucha gente lo activa para cargar el móvil más rápido, evitar distracciones o mejorar la concentración.
Por mucho que la tecnología avance, el Modo Avión seguirá presente en nuestros dispositivos durante bastante tiempo. No solo como requisito de seguridad, sino también como una herramienta práctica para desconectar del mundo exterior durante unas horas.
Aunque a veces se vea como una medida simbólica, el Modo Avión sí tiene sentido. Reduce riesgos, algo que en un medio de transporte repleto de gente es fundamental.
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