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El presidente Donald Trump volvió a la Casa Blanca con la promesa de anteponer a Estados Unidos. En los últimos días, incluso socios de larga data del país han descubierto de manera dolorosa que la camaradería tiene límites.
Rusia, que ha declinado las solicitudes de Trump para un alto al fuego en Ucrania, aparentemente disparó 17 drones que cayeron el miércoles en Polonia, cuya seguridad está asegurada por la OTAN, una coalición apoyada por Estados Unidos, y cuyo jefe de Estado visitó la Casa Blanca la semana anterior.
Un día antes, Catar, punto de la mayor base aérea estadounidense en Oriente Medio y catalogado por Washington como un aliado clave fuera de la OTAN, fue blanco de ataques aéreos israelíes contra militantes palestinos de Hamás.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cercano al círculo político de Trump, ordenó el asalto pese a que Catar ha cortejado al mandatario estadounidense con esmero, incluso con el polémico obsequio de un avión de lujo.
Asimismo, en las últimas semanas, agentes de inmigración de EE. UU., cumpliendo la promesa de Trump de deportaciones masivas, detuvieron a cientos de trabajadores surcoreanos en una planta de baterías Hyundai‑LG en Georgia, sorprendiendo a su aliado surcoreano, que había prometido incrementar sus inversiones.
Trump también ha endurecido las sanciones contra India, cortejada durante décadas por dirigentes de ambos partidos, lo que generó indignación en una democracia que EE. UU. considera desde hace tiempo un contrapeso a China, la otra potencia con más de mil millones de habitantes.
El republicano manifestó que estaba actuando respecto a las compras de petróleo indio a Rusia, pero en el caso del presidente ruso, Vladimir Putin, ha priorizado la diplomacia.
El mandatario estadounidense pareció irritado porque el primer ministro indio, Narendra Modi, afrontó a una serie de líderes que se volcaron en felicitarlo, minimizando los esfuerzos de EE. UU. por lograr un alto al fuego entre India y Pakistán.
“El contexto general aquí es de debilidad, caos y vanidad”, declaró Damian Murphy, exasesor del Congreso y vicepresidente senior de seguridad nacional y política internacional en el centro de estudios progresista Center for American Progress.
“Netanyahu y Putin buscan ventajas, perciben fragilidad y se salen con la suya en aspectos que no deberían”, añadió.
Murphy sostuvo que los sucesos contradicen los habituales alardes de Trump de que Putin no habría invadido Ucrania en 2022 si él hubiera estado en el poder en ese momento en lugar de Joe Biden.
“Cada vez más, observamos que los gobiernos de todo el planeta perciben debilidad y ponen a prueba a la administración”, afirmó.
Trump y sus asesores insisten en que están anteponiendo los intereses esenciales de EE. UU. y reduciendo décadas de compromisos inútiles e innecesarios, en marcado contraste con las promesas de Biden de priorizar las alianzas.
En lo que respecta a Corea del Sur e India, los asesores de Trump afirman que está exigiendo a los socios estadounidenses los mismos estándares o incluso más exigentes que los que se esperan de todos.
El presidente estadounidense ha reflexionado sobre la posibilidad de que los drones rusos fueran un error, una hipótesis refutada por Polonia.
El enviado de Trump a Ucrania, el exgeneral Keith Kellogg, viajó a Kiev y anunció que estaba aplicando la “diplomacia de Estados Unidos primero” al seguir buscando formas de “garantizar la paz en el extranjero y detener guerras interminables”.
Trump reconoció su preocupación por el ataque de Israel en Catar, donde los dirigentes de Hamás discutían una nueva propuesta estadounidense de alto al fuego en Gaza, pero sostuvo que Washington se enteró demasiado tarde para impedirlo.
El episodio presentó sorprendentes paralelismos con el de junio, cuando Israel atacó instalaciones nucleares iraníes justo cuando EE. UU. exploraba una vía diplomática con Teherán.
Tanto para Rusia como para Israel, “existe la percepción de que Trump permitirá que determinadas acciones queden impunes”, señaló Paul Poast, politólogo de la Universidad de Chicago especializado en alianzas.
Netanyahu ha calculado que Trump, en última instancia, respaldará a Israel aun cuando esté descontento, mientras que Putin cree que puede “probar los límites”, ya que Trump, al menos por ahora, sigue considerando negociar un acuerdo.
Sin embargo, Poast también afirmó que el mundo está viviendo más conflictos que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial, un caos que el propio Trump destacó durante su campaña presidencial, y que EE. UU. ya no es la potencia unipolar dominante, dado el ascenso de China y la creciente firmeza de Rusia.
“Creo que estos son ejemplos menores de una tendencia mucho mayor, que es este embrión de Estados y actores que se atreven a emprender acciones militares y participar en conflictos porque ya no existe el mismo nivel de compromiso de EE. UU. para actuar como la fuerza policial del mundo”, concluyó.
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