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WASHINGTON — El mandatario estadounidense Donald Trump intentó mantener un delicado equilibrio tras el bombardeo israelí contra funcionarios de Hamás en Qatar, distanciándose del hecho el martes sin llegar a censurar a Israel por atacar el territorio de otro aliado estratégico de EE. UU. Trump sostuvo que la acción unilateral ordenada por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, “no favoreció los intereses de Israel ni de Estados Unidos”. No obstante, ofreció una respuesta bastante mesurada y llegó a insinuar que “este lamentable episodio podría convertirse en una oportunidad para la paz”. “Esta decisión la tomó el primer ministro Netanyahu, no yo”, aclaró Trump en sus redes sociales unas horas después del ataque.
El presidente busca tranquilizar las inquietudes de un aliado estadounidense en el Golfo Pérsico que ha jugado un papel clave como mediador entre EE. UU. e Irán y sus socios, incluso durante conversaciones con Hamás mientras la guerra en Gaza sigue en curso. EE. UU. también mantiene alrededor de 10 000 soldados en la Base Aérea de Al‑Udeid, en Qatar, que funciona como cuartel avanzado del Comando Central de EE. UU.
Trump indicó que ordenó al enviado especial Steve Witkoff advertir a Qatar sobre el operativo israelí en la capital, Doha, tras enterarse del plan, y que Witkoff se apresuró a contactar a autoridades qataríes. Sin embargo, afirmó que la alerta llegó “lamentablemente, demasiado tarde para impedir el ataque”. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Majed al‑Ansari, refutó en X que Qatar hubiera recibido cualquier aviso de EE. UU.
Desde su regreso al poder, los qataríes han buscado estrechar su vínculo con Trump, incluso regalándole un Boeing 747 valorado en 400 millones de dólares que será convertido en un nuevo avión presidencial. Trump ha dicho que la aeronave será donada a una futura biblioteca presidencial al concluir su mandato y quedará expuesta como pieza museística. “Considero a Qatar como un aliado fuerte y amigo de EE. UU., y lamento profundamente la localización del ataque”, comentó en redes sociales.
Al mismo tiempo, Qatar, país rico en gas natural y petróleo, ha sido objeto de escrutinio por su apoyo a Hamás. Antes del conflicto israelo‑palestino, Doha destinó durante años millones de dólares mensuales a la Franja de Gaza para sustentar la estructura de gobierno de Hamás. Qatar también ha acogido a líderes talibanes y de la Hermandad Musulmana. En un comunicado, Trump añadió que “eliminar a Hamás” era un “objetivo que vale la pena perseguir”.
El intento de Trump de apaciguar a Qatar sin criticar a Israel se produce mientras busca una salida a la guerra de casi dos años en Gaza. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, al ser interrogada en rueda de prensa el martes, no precisó cuántas horas antes del ataque israelí se advirtió a Qatar. Al igual que Trump, tampoco respondió si existía la preocupación de que Qatar pudiera haber alertado a los dirigentes de Hamás sobre la inminencia del ataque. Hamás asegura que sus principales líderes sobrevivieron y que cinco miembros de menor rango fallecieron.
El Ejército de EE. UU. fue informado del ataque israelí con antelación a través de canales militares, pero un funcionario estadounidense describió esa notificación como muy vaga. El funcionario, que habló bajo condición de anonimato, comentó que la alerta indicaba la intención del ejército israelí de atacar a Hamás, pero no proporcionaba datos como la ubicación, lo que la hizo insuficiente para permitir advertencias oportunas a los países de la región. Según el mismo funcionario, los avisos superficiales de Israel a EE. UU. antes de las operaciones han generado irritación durante gran parte del conflicto. Con frecuencia, la notificación israelí “consistía en llamar a alguien de la embajada o del Pentágono cuando los aviones ya estaban en el aire”.
Sin embargo, ante un ataque tan delicado, el funcionario señaló que resulta difícil creer que Israel no haya recibido al menos una autorización tácita de EE. UU. antes de proceder. Los portavoces de la Casa Blanca y del Departamento de Estado no respondieron a solicitudes de comentarios sobre el momento o el contenido de la alerta de Witkoff a Qatar.
Jonathan Schanzer, exanalista de contraterrorismo del Departamento del Tesoro de EE. UU., sostuvo que los comentarios públicos de la Casa Blanca pueden ser, en parte, un intento de ayudar a Qatar a salvar apariencias y mantener relaciones estables con EE. UU. “Es una gestión de daños”, señaló Schanzer, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington, aunque advirtió que el ataque podría afectar a Qatar y a su vínculo con Hamás en el futuro. “En este momento todas las partes están evaluando sus cuentas”, comentó.
Trump habló con Netanyahu y con el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, así como con otros funcionarios qataríes después de los ataques. “Les aseguré que una situación así no volverá a ocurrir en su territorio”, afirmó Trump respecto a su conversación. Leavitt se mostró evasiva al ser preguntada si habría alguna consecuencia para Israel o para Netanyahu por un ataque que describió como inesperado para los funcionarios estadounidenses.
El domingo, Trump publicó en redes sociales una advertencia a Hamás en la que propuso una nueva oferta estadounidense para intercambiar a todos los rehenes restantes por palestinos presos en Israel y poner fin a la guerra en Gaza. “He advertido a Hamás sobre las consecuencias de no aceptar”, dijo. “Esta es mi última adverta, no habrá otra”. Cuando se le preguntó si había insinuado el ataque en Doha, Leavitt respondió: “No, no lo hice”.
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