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El experto en colon, recto y ano detalla causas, medidas de prevención y opciones terapéuticas para preservar la salud anal.
Santo Domingo.- La afección hemorroidal y otras condiciones que afectan el área anal, como el virus del papiloma humano (VPH), continúan siendo asuntos envueltos en silencio y falta de información, a pesar de su innegable relevancia para el bienestar físico.
Leandro Ortiz Tejeda, coloproctólogo y cirujano general con dedicación especial al colon, recto y ano, compartió con Periódico El Día datos esenciales sobre la forma en que se presentan estas dolencias, sus detonantes y los caminos para evitar y tratar dichas situaciones.
Al mencionarse la palabra “hemorroides”, la mayoría de las personas lo relaciona inmediatamente con la dificultad para ir al baño.
El doctor Ortiz Tejeda aclara que “todos portamos hemorroides. Se trata de una estructura corporal normal que contribuye a funciones básicas”.
No obstante, factores como el esfuerzo al evacuar o la presencia de heces duras y secas pueden provocar la inflamación de este tejido, causando incomodidad y sangrado, lo que motiva a muchos pacientes a solicitar ayuda médica.
El sangrado, si bien común, no siempre se manifiesta. “Actúa como una señal de alerta para el paciente, pero la dilatación venosa en sí puede generar la sensación de un nódulo, picor o molestia”, indica el especialista.
Incluso si no hay presencia de sangre, cualquier alteración en el área anal debe ser una razón para estar atento, ya que la hinchazón puede avanzar sin síntomas si no se interviene a tiempo.
Más allá del malestar físico, la enfermedad hemorroidal puede impactar la confianza personal y las relaciones íntimas.
“Muchos pacientes vienen a consulta por motivos estéticos o porque los síntomas alteran significativamente su rutina diaria”, confirma Ortiz Tejeda. Por esta razón, el manejo no se enfoca solo en la patología, sino en el cuidado integral del individuo.
Existen diversas alternativas de tratamiento. En principio, se aconsejan modificaciones en el estilo de vida, una hidratación adecuada (entre 2 y 3 litros de agua cada día), una dieta rica en fibra y evitar alimentos que irriten, como el picante, el jengibre o la pimienta.
De forma complementaria, pueden recetarse medicamentos de uso oral o tópico para mitigar los síntomas. Solo cuando estas estrategias resultan insuficientes o las hemorroides han alcanzado un estado avanzado, se contempla la intervención quirúrgica.
“Son cirugías ambulatorias que se realizan con sedación, permiten una recuperación rápida y se maneja el dolor de forma apropiada”, detalla el experto.
Aunque es una situación menos habitual, los niños también pueden desarrollar hemorroides. Ortiz Tejeda explica que los casos infantiles se vinculan habitualmente con prácticas intestinales poco saludables: “Con frecuencia, lo que se transmiten son hábitos deficientes, más que la enfermedad en sí. De ahí la importancia de supervisar la alimentación de los niños, su consumo de líquidos y promover la actividad física”.
Otro tema que suscita creciente alarma es la presencia de VPH en el canal anal. Este virus se propaga por contacto directo, ya sea sexual o a través de fluidos, y puede afectar incluso a individuos que no han mantenido relaciones sexuales.
“Se manifiesta como verrugas o lesiones sobreelevadas, y su detección se lleva a cabo mediante un frotis anal, similar al empleado para identificar el VPH en mujeres”, explica el especialista.
La prevalencia del virus es relativamente alta, y la mayoría de las infecciones permanecen inactivas gracias a la respuesta inmunológica.
Sin embargo, cerca del 1% de los casos podría evolucionar hacia lesiones consideradas precursoras de cáncer.
“Para quienes portan el virus, el riesgo no se percibe como un 1%, sino como un 100%. Por ello, la detección precoz y el seguimiento médico son fundamentales”, agrega Ortiz Tejeda.
El plan de acción terapéutico varía según el subtipo viral y la severidad de la lesión. Las lesiones de naturaleza benigna pueden ser tratadas en el consultorio, mientras que aquellas localizadas dentro del canal anal o que generan sospecha de ser precursoras de malignidad, requieren un procedimiento quirúrgico.
“La meta es extirpar el tejido afectado para dejar el área lo más sana posible, asegurando un seguimiento posterior”, precisa.
El especialista subraya que la información clara y la educación son esenciales para evitar complicaciones. Mantener estilos de vida sanos, prestar atención a cualquier cambio en la zona anal y buscar consulta inmediata ante cualquier señal de alerta son pasos determinantes.
Además, recuerda que tanto la enfermedad hemorroidal como las lesiones asociadas al VPH no deberían ser motivo de retraimiento.
“La enseñanza y la comunicación fluida con los pacientes ayudan a disipar los mitos y facilitan el cuidado de nuestra salud”.
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