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Pero resulta que la pobreza no es solo una cuestión de dinero, ni el avance se limita a la opulencia de unos pocos. Lo que ocurre es que aquí, cualquier lluvia fuerte, vaguada, onda tropical o una tormenta como Melissa, pone al descubierto la miseria y desenmascara ese progreso y desarrollo tan pregonado.
Este es el lamentable corolario del empobrecimiento tanto de la naturaleza humana como la no humana, efectos directos del neocolonialismo, del fenómeno neoliberal, de la privatización de lo que es patrimonio público y natural del país, del expolio sistemático e institucionalizado, del despojo minero con sus presas de cola, y del capitalismo salvaje al que estamos sometidos.
Una vez más, se repite y se reitera la trágica historia con sus recetas temporales (mejoradas por el COE), sin poder ocultar cómo la abundancia de agua, que es vital, en una sociedad afligida y en el contexto de una naturaleza cada vez más esquilmada, se lleva consigo esas mentiras sobre el desarrollo y el avance, desintegrando la ilusión que nuestras élites capitalistas y sus colaboradores intelectuales difunden.
Porque es totalmente cierta esta aseveración que se incluye en la Tesis Ambiental del Movimiento Caamañista-MC, titulada “El capitalismo es un sistema ambientalmente insostenible”:
“La apropiación de la naturaleza dominicana, mediante la ocupación del territorio, ha servido de base para la apropiación del esfuerzo social.
No es coincidencia que aquellos que perpetran el mayor despojo contra la nación idealicen la propiedad privada y la consideren “el cimiento para la coexistencia en el marco jurídico-político del país”.
Será imposible recuperar la dimensión social del territorio y revertir las tendencias a la degradación ambiental sin que la sociedad retome el control de los recursos naturales y se priorice la conservación de su capacidad para generar valor de uso, superando así el modelo de explotación actual.
La lucha política y la ambiental tienen, por ende, una hoja de ruta común, metas compartidas y se necesitan mutuamente, puesto que liberar al ser humano y a la naturaleza es una tarea indivisible.”
Mientras tanto, es imperativo alzar la voz y ofrecer alternativas, combatir y desafiar, frenar nuevas agresiones y conseguir reivindicaciones, buscando despertar la conciencia y fomentar la organización, generar fuerzas de cambio y contrapoderes, capaces de instaurar un sistema y un modelo que devuelva la función social al territorio y termine con las brutales desigualdades y la depredación que alimentan la espiral de la desgracia social.















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