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En una nación donde la mayoría de los centros que abordan las adicciones operan con medios limitados, la Fundación Dios es Fiel ha logrado erigir dos baluartes de esperanza anclados en la espiritualidad y la ciencia. Liderada por José Corporán Clase, psicólogo clínico y ex adicto que consiguió rehabilitarse, la entidad proporciona una atención integral a varones jóvenes que batallan por dejar atrás el consumo.
Su metodología fusiona un abordaje clínico, soporte familiar constante y formación espiritual, bajo la firme convicción de que la recuperación exige sanar tanto el cuerpo como el espíritu. “Somos un centro de rehabilitación fundamentado en la fe cristiana, pero respaldado por evidencia científica”, detalla Corporán. “Ofrecemos consulta especializada, terapia para la familia, internamiento, proceso de recuperación, reintegración social y medidas de prevención”.
Esta institución forma parte de la Red Nacional de Centros de Rehabilitación Cristiana (Renacerá) y gestiona dos sedes: una localizada en Boca Chica y la otra en La Caleta, donde acoge a cerca de 90 jóvenes inmersos en su proceso de resurgimiento. La mayoría llega canalizada por familiares desesperados o por otras organizaciones, careciendo de recursos para costear una atención privada.
Corporán habla con la autoridad de quien ha conocido el precipicio. En sus años mozos, consumió crack y cocaína durante un largo periodo. “Estuve en Hogares Crea y posteriormente tuve una recaída. Comprendí que necesitaba algo más robusto, una aproximación espiritual complementaria a la clínica”, rememora. Su propia recuperación se concretó en el Centro Juan 3:16, dirigido en aquel entonces por el pastor Leonardo Batista.
A partir de esa vivencia surgió su vocación inquebrantable de servicio. A los 32 años, se inscribió en 5to. Curso de primaria del Programa de Educación Secundaria de Personas Jóvenes y Adultas (Prepara), y materializó su anhelo de “convertirse en alguien”: “Estudié en la Universidad Evangélica y después realicé mi posgrado en la UAPA”.
Tras culminar su formación como psicólogo, estableció la Fundación Dios es Fiel, que arrancó con recursos escasísimos: “Dormíamos sobre el piso, mientras acondicionábamos locales en ruinas. Sin embargo, sabíamos que Dios nos había encomendado la misión de rescatar vidas”. Actualmente, el centro posee la certificación del Ministerio de Salud Pública como centro hospitalario en adicciones, y persevera en su trámite para ser incluido en el Presupuesto Nacional.
El programa de recuperación abarca evaluación médica y psicológica, consejería espiritual, una estricta disciplina diaria, talleres formativos y terapia familiar. La fe evangélica pentecostal guía el proceso, pero sin reemplazar el rigor clínico. “La oración es fundamental, pero igual de indispensable es el acompañamiento terapéutico”, sostiene Corporán.
Cada caso es abordado con un seguimiento individualizado y, cuando la situación lo precisa, con soporte psiquiátrico a través del Centro de Atención Integral a las Dependencias (Caidep), situado en el hospital Moscoso Puello. No obstante, la espera para obtener citas puede prolongarse hasta dos meses, lo cual ralentiza tratamientos que revisten urgencia. “Ese es nuestro punto más vulnerable: la escasez de psiquiatras disponibles”, lamenta.
Mantener en funcionamiento dos centros residenciales supone un reto constante. Sin aportes fijos del Estado ni donativos internacionales predecibles, la entidad subsiste gracias a ayudas puntuales de empresarios, parroquias y allegados de los internos.
Del fondo histórico que destinaba el 15 % de los bienes incautados a organizaciones sociales, solamente recibieron recursos en tres oportunidades. “Llamamos a muchas puertas, redactamos solicitudes, solicitamos cooperación. Pero el trabajo con adictos carece de visibilidad o atractivo”, comenta con serenidad.
A pesar de ello, la fundación ha continuado su crecimiento. Dispone de seis psicólogos y un equipo dedicado de orientadores, voluntarios y líderes comunitarios. “Nuestra máxima prioridad es alimentar, cuidar y arropar. Cada muchacho que se levanta justifica la totalidad del esfuerzo”, concluye.
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