Salud

¿Cuál es el “impulso” o la “motivación” para consumir kéfir? Un repaso a sus bondades

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Su ingesta habitual va de la mano de una mejora en la digestión y en la asimilación de la lactosa, además de poseer efectos antibacterianos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Su ingesta habitual va de la mano de una mejora en la digestión y en la asimilación de la lactosa, además de poseer efectos antibacterianos.

De tiempo en tiempo, emergen “oleadas” de modas que traen consigo productos de los que todo el mundo habla y que muchos empiezan a incorporar a su dieta; en este momento, el protagonista es el kéfir.

Se trata de una bebida probiótica de leche fermentada, caracterizada por un tenue gusto ácido, carbonatación natural y un aroma particular. Su elaboración parte de gránulos que albergan una mezcla específica de microorganismos (bacterias y levaduras) que conviven en estrecha simbiosis, tal como explica Nelly Tejeda, nutrióloga clínica.

Podría ser confundido con el yogur. La experta señala que su distinción radica en el proceso de fermentación, único gracias a los gránulos de kéfir (compuestos por bacterias y levaduras), lo que le confiere una consistencia más fluida y bebible, con un sabor más marcado hacia lo ácido y un repertorio probiótico más variado que el yogur, cuya fermentación se limita a bacterias lácticas. Adicionalmente, el kéfir contiene ínfimas cantidades de alcohol y dióxido de carbono.

Pero, ¿qué ventajas nos ofrece su consumo? Su ingesta regular ha sido vinculada con una mejoría en la digestión y la tolerancia a la lactosa, ostenta un efecto antibacteriano, contribuye a la reducción del colesterol (efecto hipocolesterolémico), ayuda en el control de la glucemia, posee cualidades antihipertensivas, antiinflamatorias, capacidad antioxidante, actividad anticancerígena, antialérgica y propiedades que favorecen la cicatrización.

Dicho de forma más sencilla, el kéfir optimiza la digestión, sus componentes nutricionales resultan esenciales para reforzar la estructura ósea, coopera en el fortalecimiento del sistema inmunitario, facilita una mayor tolerancia a la lactosa y mejora tanto el control de los niveles de azúcar en la sangre como la sensibilidad a la insulina.

Un estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional de Salud (NIH) indica que su consumo puede generar discretas mejoras en los niveles de azúcar en sangre y en la hemoglobina glicosilada en personas afectadas por diabetes tipo 2.

“Un ambiente intestinal saludable, propiciado por los probióticos presentes en el kéfir, podría repercutir positivamente en el estado de ánimo y en las funciones cognitivas, aunque se requiere más investigación en seres humanos para obtener conclusiones definitivas”, apunta la especialista.

¿Es el kéfir útil frente al síndrome del intestino irritable?

La nutricionista subraya que los microorganismos probióticos que contiene el kéfir colaboran en el restablecimiento del equilibrio de la microbiota intestinal (lo que coloquialmente se conoce como flora intestinal). Diversas investigaciones sugieren que la incorporación de estos alimentos puede ser de ayuda en el manejo de ciertas afecciones gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Crohn y las úlceras.

“El kéfir aporta ácidos orgánicos, resultado directo de la fermentación, que son capaces de estimular las contracciones intestinales, facilitando el tránsito y la evacuación”, asegura Tejeda.

Soy intolerante a la lactosa, ¿puedo consumirlo?

Si un individuo presenta intolerancia a la lactosa o alergia a alguno de los componentes lácteos, se aconseja proceder con cautela: iniciar con porciones muy reducidas, observar con atención la respuesta del organismo y el grado de tolerancia personal, o bien, en casos de intolerancias severas, optar por variedades alternativas como el kéfir de coco o el de agua. Siempre resultará conveniente consultar con un profesional de la salud.

Cosas que no deberías olvidar

La nutricionista recomienda la toma diaria de kéfir para sacar el máximo provecho a todas sus virtudes, aunque aconseja tener presentes ciertas consideraciones importantes:

Particularidades individuales: La dosis considerada ideal puede variar de persona a persona, por lo que resulta clave observar cómo reacciona cada organismo y ajustar la cantidad para optimizar sus beneficios sin provocar molestias. Dado que existen distintos tipos de kéfir, es prudente seleccionar aquel que mejor se adapte a los gustos y necesidades personales. Para quienes tienen intolerancia a la lactosa, la mejor opción es decantarse por una variedad libre de este componente.

Aclimatación del organismo: Es habitual experimentar episodios de hinchazón o gases al inicio del consumo, puesto que las bacterias beneficiosas del kéfir están en proceso de adaptación al sistema digestivo. Por este motivo, se recomienda empezar con cantidades pequeñas y elegir un kéfir de calidad, idealmente aconsejado por expertos en nutrición.

Constancia: Para aprovechar plenamente sus efectos positivos, como la mejora de la digestión o un sistema inmunitario más robusto, es esencial su consumo habitual y sostenido en el tiempo.

Estados de salud preexistentes: Si la persona padece de alguna condición médica, como diabetes, un trastorno autoinmune, o si tiene un sistema inmunológico comprometido, la especialista sugiere encarecidamente consultar a un profesional sanitario antes de integrar el kéfir dentro de su alimentación cotidiana.

Si se está bajo tratamiento farmacológico o se tienen dudas específicas sobre su consumo, la consulta con el médico de cabecera es fundamental para asegurar su correcta ingesta.

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