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Nelson de la Rosa, el diminuto hombre con una historia excepcional
Infobae.- Su estatura era de 71 centímetros. Ostentaba el título del actor más pequeño a nivel mundial. Y muchos, quizás con un matiz de burla, lo bautizaron como “el hombre rata” a raíz de su personaje en la película italiana *Quella villa in fondo al parco*, de 1988. Eran épocas donde era habitual el escarnio público hacia aquellos que se salían de la “norma”. Y precisamente para eso, lo convocaban a los programas de televisión. No obstante, el único anhelo de Nelson de la Rosa a lo largo de su breve existencia fue alcanzar la felicidad, por encima de todo. El 22 de octubre de 2006, con solo 38 años de edad, su vida se apagó.
Originario de la República Dominicana, concretamente de San Francisco de Macorís, era el benjamín de seis hermanos. Llegó al mundo el 21 de junio de 1968, tras una gestación sin aparentes problemas. En aquellos tiempos no existían las ecografías ni los análisis genéticos. Por consiguiente, fue al tenerlo en brazos cuando su madre se percató de que algo no iba bien. Su bebé cabía holgadamente en la palma de una mano. Finalmente, los médicos le diagnosticaron el síndrome de Seckel, una variante singular de enanismo que acarrea un crecimiento intrauterino retardado y microcefalia.
Durante sus primeros meses logró sobrevivir gracias a ser alimentado con un gotero. Posteriormente, intentó llevar una vida infantil común y corriente, comenzando su asistencia a la escuela. Sin embargo, no pudo completar su formación académica.
Siendo aún un niño, De la Rosa comenzó a trabajar en circos, “aprovechando” su singularidad física. En cierto modo, sentía que aquella era la única vía de escape en un mundo que no parecía hecho para las minorías. Pero poco después, este tipo de espectáculos fueron prohibidos en su país debido al maltrato infligido tanto a artistas como a animales, lo que lo obligó a buscar oportunidades laborales en otras latitudes.
Su fisonomía resultaba especialmente “atractiva” para los espacios de humor de la época. Así, a principios de los años 80, inició una carrera por diferentes países de Latinoamérica. Estuvo, por ejemplo, en Venezuela, donde formó parte del célebre ciclo *Súper Sábado Sensacional* de Venevisión. También apareció en Univisión de México, colaborando en el clásico *Sábado Gigante*. Y, de forma inesperada, le llegó una propuesta para viajar a Europa y hacer su incursión en la gran pantalla.
En Italia rodó la película *Fuoco incrociato* de Alfonso Brescia. Más tarde fue reclutado para *Quella villa in fondo al parco* de Giuliano Carnimeo, film que en Estados Unidos fue conocido como *RatMan*, es decir, El hombre rata. Inmediatamente después, se le abrieron las puertas de otros territorios de habla hispana como Chile, Puerto Rico y Argentina, donde su presencia generó gran expectación.
A día de hoy, todavía se rememoran las entrevistas que le hacía Susana Giménez en su programa de Telefé, donde en 1998 presentó a su esposa, Jennifer De Leonel, de 18 años, también dominicana, y a su recién nacido, Cristian Alberto.
En esos momentos, alcanzó la cúspide de su popularidad, habiendo trabajado codo a codo con Marlon Brando en la película *La isla del Dr. Moreau* de John Frankenheimer en 1996, a petición expresa del mismísimo actor de Hollywood. Y, en el ámbito local, tiempo después de aquella visita, participó en el videoclip del tema “Coolo”, de Illya Kuryaki & The Valderramas, grabado en 1999.
De forma que se vio impulsado a retornar, una vez más, al ambiente circense, donde ofrecía bailes para entretener al público en giras cuyos ingresos apenas le permitían sostener a su familia.
De aquella etapa surge la lamentable anécdota que Guillermo Coppola relató en tono de humor y que, según su versión, tuvo lugar en la discoteca Buenos Aires News, ubicada en la zona de Recoleta. Conforme al relato del ex mánager de Diego Maradona, cuando “el Diez” regresaba del baño hacia la zona VIP, alguien habría intentado presentarle a De la Rosa. Y el astro, al sentir pánico al ver que le colocaban a este pequeño individuo en los brazos, lo “lanzó por el aire”, obligando al ex portero de Boca Juniors, Osvaldo Santos, a “atajarlo” para evitar que cayera sobre la pista de baile y se produjera una tragedia. Luego hubo brindis con champán, fotografías y risas, según esta narración que bien podría haber sido producto de la fantasía. Pero que, verdadera o no, solo sirvió para menospreciarlo.
El equipo resultó campeón y llevó a Nelson a las celebraciones, lo que motivó a Jimmy Kimmel a invitarlo a Nueva York para aparecer en su *Late Night Show* vestido de *Spider-Man*. Pero lo cierto es que, en dicha aparición, el hombre ya parecía haber perdido parte de su alegría. Quizás, simplemente, estaba hastiado de ser la burla de todos. La realidad es que apenas articuló palabra durante todo el programa, respondiendo a cada pregunta con meros monosílabos.
Dos años más tarde, Nelson falleció como consecuencia de un infarto agudo de miocardio. Tras haber realizado diez funciones en cuatro días en Antofagasta, Chile, junto al circo para el que trabajaba, sufrió una descompensación en el avión que lo llevaba de vuelta a Norteamérica. Al aterrizar, fue trasladado de inmediato a un hospital en Providence, donde finalmente pereció. Sus restos fueron repatriados a su tierra natal, siendo sepultados en el cementerio Cristo Salvador de San Isidro. Se cuenta que a su despedida asistieron únicamente su esposa, su hijo y un círculo muy reducido de amistades.
“Nelson era un alma de Dios y su misión era regalar alegría y júbilo. De hecho, es un recuerdo tan valioso que uno lo lleva siempre consigo. Perdura en el tiempo”, comentó en una entrevista su hijo, quien tenía 9 años al momento del fallecimiento de De la Rosa y hoy es un adulto. Y reconoció que, aunque muchos trataban a su progenitor como si fuera un niño, él siempre sintió por él un respeto profundo. “Mi padre, en el seno familiar, era la luz. Y después de su partida, todo cambió”, señaló con evidente pesar.
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