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En los primeros meses de 1935 se llevó a cabo el segundo Censo Nacional, una fuente de datos muy valiosa que nos permite comparar algunas situaciones actuales y reflexionar sobre ciertos desvaríos ideológicos, impulsados por manipulaciones malintencionadas en un contexto dominado por la ignorancia.
El Censo Nacional fue ordenado por el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien se había convertido en el hombre fuerte de la República después de derrocar en 1930 al general Horacio Vásquez Lajara.
En agosto de 1936, mediante una proclama oficial, el presidente Trujillo presentó el Censo Nacional, describiéndolo como uno de los mejores del planeta y subrayando que había sido ejecutado por el Partido Dominicano. El 1 de noviembre de 1935, pocos meses después de concluido el Censo, el Poder Ejecutivo fundó la Oficina Nacional de Estadística (ONE), que tenía sus raíces en un despacho creado en 1905 como dependencia del Ministerio de Hacienda y Comercio.
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El Censo abarcó secciones de agricultura, vivienda, población, ganadería y votos electorales.
Hasta mayo de 1935, la población total ascendía a 1 479 417 personas, de las cuales 73 070 eran extranjeros.
El dato más sorprendente de esta estadística es que registró la población por grupos raciales. Por ello, recuerdo a quienes en 2022 se oponían al X Censo de Población y Vivienda, bajo la excusa de que la información sería usada para “estigmatizar al país”.
Según los resultados del Censo de 1935, los dominicanos se dividían en blancos (184 741), mestizos (994 420), negros (227 160) y amarillos (26).
Los investigadores determinaron que los residentes extranjeros en el país se clasificaban en 7 992 blancos, 4 248 mestizos y 60 517 negros.
El Censo de 1920, realizado bajo la ocupación estadounidense, arrojó los siguientes datos poblacionales:
La población rondaba los 900 mil habitantes, con un 24,9 % de blancos, 49,7 % de mestizos (incluidos los amarillos) y 25,4 % de negros.
El informe del Censo añade: “El número de blancos en 1920, tanto nacionales como extranjeros, era de 223 144. La población mestiza alcanzaba los 444 587 y la de negros los 226 934, de los cuales 28 258 eran haitianos”.
El mismo documento incluye una observación curiosa: “Como ya se ha mencionado en otro apartado de este Censo, la proporción del elemento negro en nuestro país se debe al tráfico de africanos que se practicó durante muchos años y que tuvo que ser prohibido de forma drástica. Es pertinente señalar aquí que el elemento natural de Haití (sic) es numeroso y representa un 3,2 % de la población total de la República”. (Primer Censo Nacional, editora UASD, 1975).
Si en 1920 había aproximadamente 900 000 habitantes y para 1935 la cifra llegó a 1 479 417, significa que la población creció de manera notable, observándose una duplicación de la población mestiza, mientras que la población negra sólo aumentó ligeramente.
No hace falta ser un analista exhaustivo para percibir que la mezcla racial, rasgo que nos caracteriza, ha sido una constante en la República Dominicana a lo largo de la historia.
Otro dato llamativo del Censo de 1935 es el número de analfabetos: 830 536 personas. Esto tiene sentido, pues las mismas estadísticas mostraron que 1 215 792 habitantes vivían en áreas rurales, mientras que sólo 263 625 residían en zonas urbanas.
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