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El vástago de John Le Carré trae de vuelta a la vida a su espía más conocido en su flamante libro “La decisión de Karla” – EFE

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Este proyecto se gestó como respuesta a la "lista de deseos" que su padre dejó a sus herederos antes de su fallecimiento, en diciembre de 2020.

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Madrid (EFE).- El escritor británico Nick Harkaway, hijo de John Le Carré, revive al espía más célebre concebido por su progenitor, George Smiley, en una nueva obra, ‘La decisión de Karla’ (Planeta). Este proyecto se gestó como respuesta a la “lista de deseos” que su padre dejó a sus herederos antes de su fallecimiento, en diciembre de 2020.

“La misiva rezaba: aprovechad mi legado económicamente, ocupaos de mis nietos, disfrutad y, de paso, convertidme en el escritor más reconocido en lengua inglesa de la historia”, rememora Harkaway durante una entrevista con EFE. Añade que imagina a su padre escribiendo esa carta con un vaso de whisky en mano, pensando en lo “tremendamente divertido” que era todo.

En ese momento, la familia consideró que el mejor modo de mantener viva su impronta era dar continuidad a su saga de espionaje más popular, ambientada en la Guerra Fría, que incluye títulos como ‘El topo’ (1974), ‘El honorable colegial’ (1977) y ‘La gente de Smiley’ (1979).

Cuando se congregaron para discutir el asunto, Harkaway, autor de novelas de ciencia ficción y misterio como ‘Gnomon’, ‘Angelmaker’ o ‘Titanium Noir’, presentó una lista de posibles candidatos. Sin embargo, su propio hermano lo convenció de que el desafío debía recaer en él.

“Mi reacción inicial fue un rechazo, porque era el universo narrativo de mi padre, porque hablamos de un ícono del siglo XX que definió la percepción general de la Guerra Fría. Pero rápidamente me di cuenta de que todos esos eran precisamente los motivos para aceptar, por el enorme reto que implicaban”, confiesa.

Smiley, un personaje que comparte muchos rasgos con el propio Le Carré (quien fue espía antes de dedicarse a la escritura), apareció por primera vez como figura secundaria en la tercera novela de Le Carré —la primera de gran éxito—, ‘El espía que surgió del frío’ (1963), antes de consolidarse como protagonista en la trilogía mencionada.

No obstante, entre esa tercera novela (llevada al cine por Martin Ritt, con Richard Burton) y ‘El topo’ (que también tuvo una renombrada adaptación protagonizada por Gary Oldman), existía casi una “década en blanco”. Es justamente en ese vacío donde se sitúa la trama de ‘La decisión de Karla’, una novela que explora la metamorfosis de Karla, pasando de ser un agente soviético común al “archienemigo” de Smiley.

La narración comienza en la primavera de 1963, cuando Smiley ya se ha apartado de su agencia secreta, Circus. Sin embargo, su superior, Control, lo persuade para que acepte una última misión relacionada con una emigrante húngara, un agente ruso desertor y la misteriosa desaparición del hombre que debía ser asesinado.

Harkaway, quien emplea un seudónimo al igual que su padre (cuyo apellido real era Cornwell), está convencido de que aún queda mucho por desentrañar sobre la Guerra Fría, una era caracterizada por la deshumanización y la sistemática devaluación de la verdad.

“No es que existan tan solo ‘similitudes’ con la actualidad, sino que hablamos de una continuidad. La Guerra Fría es la consecuencia directa de las decisiones tomadas en la primera mitad del siglo, es el puente que une el pasado con el presente”, asegura. “Ahora tenemos la invasión rusa en Ucrania; las líneas estratégicas son las mismas, hay un flujo constante de violencia”.

En este contexto, recalca que Smiley encarna al individuo que se esfuerza por conservar su moralidad, inmerso en un conflicto interno perpetuo: “¿Qué y a quién es lícito sacrificar y hasta dónde se puede llegar sin terminar convirtiéndose en aquello mismo que combate?”.

“Su superpoder reside en su empatía, pero es capaz de reprimirla con dureza para llevar a cabo lo que sea necesario. Esa tensión reside en él de forma permanente”, explica.

Con una cifra superior a 60 millones de ejemplares vendidos y traducido a 36 idiomas, Le Carré se cuenta entre los autores más leídos de las últimas décadas. Habiendo sido hijo de un padre estafador y maltratador, trabajó en labores de espionaje durante casi diez años para el MI5 y el MI6, una faceta que, más allá de sus novelas, siempre gestionó con gran cautela.

Pero lejos del aura de misterio y erudición que a menudo proyectaba, su hijo menor lo describe como un hombre “divertido y poseído por una profunda alegría vital”.

“En la literatura existe esa concepción de que la tristeza es profunda y la alegría, superficial, pero él era alegre en el sentido más hondo”, enfatiza. Y como escritor, era un hombre comprometido. “La esencia del compromiso personal y político de mi padre siempre fue la compasión”.

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