Economicas

¡Espectacular subasta pública y nacional de toda clase de restos, materiales descartados y chatarras!

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Julio Cortázar, en “La autopista del sur”, a mediados del siglo pasado, nos presenta una narración burlesca sobre lo que ya se sufría en Francia los fines de semana en ciertas carreteras muy transitadas.

Llevamos varias décadas escribiendo acerca del tráfico, pero, según afirman personas conocedoras, una gran parte de los embotellamientos en nuestras vías se relaciona con la masiva importación de vehículos, muchas veces patrocinada por el narcotráfico y el movimiento de divisas. Salta a la vista la multitud de agencias atestadas de coches de último modelo.

Las “ferias” organizadas por bancos de prestigio parecen ser un eslabón relevante en esta cadena de negocios.

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Y de la misma manera que la clase media padece atascos en las arterias principales, en los vecindarios de escasos recursos el problema suele ser la proliferación de chatarra que, inmovilizada o “sepultada” sobre las aceras, y aún más lamentable, en áreas verdes, entorpece la visión y el tránsito de los residentes, quienes temen alzar la voz (o no lo hacen por una “solidaridad forzada”). Y ¡pobre del conductor foráneo que ingenuamente se aventura en uno de esos parajes “enchatarrados”!

Peor suerte sufren con harta frecuencia los mecánicos de barrio que en su momento tuvieron la enorme fortuna de adquirir un solar para instalar allí su taller. Hoy, tanto el taller como su frontal y las aceras adyacentes están colmados de restos de vehículos porque no aparecen los fondos ni las piezas de esos modelos antiguos, o es la penosa historia de un viejo Mercedes, cuyas partes cuestan una fortuna y ni siquiera se encuentran de segunda mano.

Es obvio que el ayuntamiento es completamente incapaz de retirar esos desechos metálicos, ya sea por negligencia o por carencia de recursos y maquinaria; del mismo modo parece ser la postura de la ya conocida Digesset, que al parecer tampoco dispone del personal ni de los medios para su recogida.

Ambas instituciones parecen haber perdido cualquier interés en el asunto. De la cartera de Medio Ambiente, ni hablemos; ni siquiera están al tanto de la existencia de este problema.

Pero, antes de caer en la desesperación, podría germinar algo verdaderamente admirable: ¡Jóvenes “emprendedores” del barrio! que pongan en marcha negocios de acopio, fundición y exportación de chatarra y hierros viejos.

Con el respaldo decidido de una iniciativa estatal benéfica, que la gente sencilla de los barrios, e incluso los ‘tigueres’, agradecerán: La Fundación para el Fomento de “Bancos de Empresas de Reciclaje y Exportación de Chatarra y Hierros Viejos”. (Y otras propuestas e ingenios de los muchachos del barrio).

Para ello bastaría, por poner un ejemplo, con el apoyo de banqueros, (de loterías, y de la banca tradicional), quienes seguramente ya han llegado a acuerdos en otros negocios, como las ferias de vehículos; ahora dispuestos a organizar estas ingeniosas y rentables modalidades de emprendimiento.

Los dominicanos somos personas perspicaces, creativas y con olfato para la oportunidad; capaces de idear estas formas empresariales que el país entero celebrará.

Muchos ciudadanos con pocos recursos podrían usar su chatarra como pago inicial para la adquisición de vehículos en buen estado, en ferias y negocios patrocinados por este nuevo proyecto.

Tan solo por ver limpias sus calles y aceras, muchísimos vecinos lo agradecerían infinitamente.

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