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¡Gárgolas que ultrajan los santuarios!

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En la esfera civil, empresarial y estatal, durante los últimos 25 años, surgieron del inframundo súcubos, lamias o demonios que, en otras realidades, jamás habrían abandonado la sombra.

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Nos hallamos en la era de las “gárgolas que profanan templos”. En la esfera civil, empresarial y estatal, durante los últimos 25 años, surgieron del inframundo súcubos, lamias o demonios que, en otras realidades, jamás habrían abandonado la sombra.

Las gárgolas tenían la misión de custodiar simbólicamente los santuarios. Sin embargo, en estas primeras tres décadas del siglo XXI, algunos encargados de proteger los altares de la ética, la razón y la conducta honorable, torcen principios y carcome el bien común.

Figuras que surgieron del averno para protagonizar descomponimientos, con conductas punibles que reinterpretan a Santo Tomás de Aquino y sus Siete Pecados Capitales. Gárgolas que, en lugar de resguardar templos, convierten santuarios y emblemas institucionales en focos de caos, deseo y destrucción.

Puede consultarse: Marca de pensamiento innovador.

Justicia, salud y educación son ámbitos donde jamás debió aparecer la inconducta, visible públicamente desde los albores de este siglo. Más de 25 años de historia nacional han estado marcados por escándalos de corrupción en instituciones esenciales para la paz y la democracia.

Desde la venta de sentencias en el Ministerio Público hasta el uso inmoral del seguro de salud. Que las gárgolas se adueñen de la Lotería Nacional es una cuestión; que alteren la esencia de un servicio público de libertad, vida o muerte, es otra.

Una zona de Santiago también está bajo el dominio de gárgolas. La falta de sentido común del grupo impuesto a la fuerza en el templo que llamamos Consejo de Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES) genera inquietud. Algo similar ocurre en Compromiso Santiago, que reúne a su discreción recursos públicos para proyectos no formulados.

Se trata de una acción desbordada, al estilo de Erasmo de Rotterdam, de un conjunto de gárgolos que, además de excluir a diputados y regidores, pretenden iniciar una nueva caza de brujas contra organizaciones de base humildes y contra la otrora modelo de planificación estratégica. Alguien tiene que ponerlos en su lugar.

Historiadores y antropólogos como Dolores Herrero, doctora en historia del arte y experta en gárgolas, estudian el simbolismo de estas esculturas y demuestran que el misterio de su significado sigue oculto. No obstante, nadie duda de que las gárgolas son advertencias dramáticas del pecado que se intenta prevenir.

Las gárgolas deberían regresar como esculturas para alejar males, simbolizando espíritus perversos y almas condenadas, aportando una seguridad subjetiva al Estado. Deberían persuadir visualmente, señalando que es preferible estar dentro de la iglesia que fuera del templo, y que el bien común debe imponerse sobre los apetitos personales.

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