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Doctora Rosy Pereyra, quien fuera vicepresidenta de la Red Internacional dedicada a la Prevención del Abuso hacia las Personas de Edad Avanzada.
Tras su regreso a casa desde Inglaterra en el año 1983, luego de finalizar su formación especializada en el campo de la geriatría, la doctora Rosy Pereyra se percató con asombro de que en el país no existía un lugar o espacio dedicado exclusivamente a los adultos mayores, un sitio que les brindara la oportunidad no solo de entablar relaciones sociales, sino, igualmente, de obtener asesoramiento en temas de salud y calidad de vida, ejercicio físico, entrenamiento cognitivo y la posibilidad de seguir creciendo y de realizar todas esas actividades que no habían podido experimentar debido a las obligaciones laborales, el cuidado de sus hijos y las responsabilidades del hogar.
Por esta razón, decide fundar el Instituto del Abuelo, con la clara meta de fomentar un proceso de envejecimiento que fuera sano y productivo, y donde además se ofrecían talleres de artesanía, estímulo literario, clases de cultivo de orquídeas y actividades recreativas variadas, que incluían la organización de celebraciones de cumpleaños, la famosa y esperada fiesta de carnaval, en la que se presentaban comparsas de gran ingenio, la conmemoración de San Valentín y, por supuesto, la muy esperada fiesta de Navidad.
Doctora Rosy Pereyra, exvicepresidenta de la Red Internacional para evitar el Abuso a las Personas Mayores.
De la mano de estas iniciativas surgieron la presentación pública de dos libros escritos por la autora Alba María Ariza, una aclamada y muy publicitada exposición de arte pictórico a cargo de dos de las miembros del instituto, además de la muestra de las obras de manualidades que se habían confeccionado.
“Creamos, conjuntamente, el programa ‘El Instituto del Abuelo sin Fronteras’, a través del cual todos los jueves visitábamos zonas como Villas Agrícolas, Reparto Rosas y La Cañada de Herrera, con el fin de brindar consultas médicas, orientación psicológica y un plan de alfabetización para adultos”, detalla. La experta en geriatría rememora que dos veces al año se organizaba una fiesta especial, en la que se les ofrecía un almuerzo y obsequios a cada uno de los asistentes, los cuales eran gentileza de amigos y personas cercanas a la institución.
“Lamentablemente, a causa de los inconvenientes derivados del tráfico vehicular y el hecho de que nuestros mayores a menudo deben depender de sus familiares para movilizarse, la asistencia fue disminuyendo, y al no disponer de la capacidad para ofrecer un servicio de transporte que los recogiera y los llevara de vuelta a la institución, tomamos la decisión de suspender las actividades regulares y solo mantener algunas muy puntuales”, señala la doctora. Actualmente, esta institución centra sus esfuerzos únicamente en tareas de investigación, mediante el Centro Internacional de Longevidad que opera dentro de sus instalaciones, y en actividades específicas, como charlas dirigidas a sus pacientes sobre temas de su particular interés.















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