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La cultura tradicional debe conservarse

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Para nosotros esa costumbre puede resultar extraña, pero para ellos es un proceso natural, profundamente enraizado en sus tradiciones y forma de vivir.

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El folklore constituye el conjunto de prácticas, conocimientos y tradiciones que las personas crean y difunden cotidianamente en sus comunidades, formando un patrimonio cultural vivo que manifiesta la identidad y la historia de un pueblo. Los que trabajamos directamente con el fenómeno folklórico somos conscientes de ello, aunque a menudo los propios portadores desconocen la magnitud o la complejidad del folclore desde un enfoque académico y antropológico.

Una cultura valiosa

Un caso representativo es la comunidad indígena Kuna de Kuna Yala, donde al llegar la menarquía —es decir, la primera menstruación— una niña se aísla durante dos o tres días, alimentándose exclusivamente de su abuela o madre, para luego participar de una ceremonia festiva. Para nosotros esa costumbre puede resultar extraña, pero para ellos es un proceso natural, profundamente enraizado en sus tradiciones y forma de vivir. Asimismo, su dieta tradicional, como el dulemasi (un caldo de leche de coco con alimentos y pescado), se mantiene intacta, pues no solo son hábitos, sino parte de su identidad cultural. Los Kuna viven en chozas y duermen en hamacas, y valoran tanto su cultura que la UNESCO la reconoce como patrimonio. Cualquier intento de introducir objetos modernos como neveras o televisores perturba su cosmovisión y estilo de vida. Su cultura es tan valiosa que exigen ser invitados para recibir visitas, pues salvaguardan celosamente su integridad cultural.

Cuidar con las tradiciones

De forma similar, los guloyas y congos, comunidades afrodescendientes, también preservan tradiciones que no esperan retribución ni subvenciones para su celebración. Su cultura constituye su propio modo de vida; por eso, cuando alguien saborea un plato típico como el locrio de salami con aguacate, experimenta la identidad cultural al igual que en otro país se conmueve con sus platos típicos. No es aceptable pretender transformar las tradiciones de estos grupos ni imponer procesos foráneos. Estos patrimonios culturales nunca han solicitado permisos para ejercer sus rituales en lugares públicos o en fechas específicas, pero hay organizaciones que, con efectos nocivos, favorecen su desaparición, condicionándolos a solicitar apoyo.

Responsabilidad de todos

La conservación del folclore es una responsabilidad que no recae únicamente en el Estado, sino en toda la sociedad dominicana. Fundaciones y organizaciones que obtienen beneficios de la cultura deben respaldar a estos grupos de forma digna, invitándolos a presentaciones remuneradas, comprando sus instrumentos artesanales y respetando su labor, evitando la explotación de su arte y la devaluación de su valor. Resulta esencial diferenciar entre los verdaderos trabajadores de la cultura y quienes la utilizan con fines comerciales.

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