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ROMA (AP). — El pontífice León XIV animó ayer a los docentes católicos a enfocarse menos en los logros profesionales y más en formar a los alumnos para vidas espirituales plenas y a utilizar la tecnología priorizando la dignidad humana.
León dio una serie de indicaciones para el magisterio católico durante una celebración especial del Jubileo que ha congregado a miles de educadores, pupilos y directivos en Roma.
El breve documento, que León rubricó el lunes en una misa para los asistentes al Año Santo, actualiza un texto del Vaticano de 1965 que fijaba las directrices para los formadores católicos, aprobado durante el Concilio Vaticano II, las reuniones de los sesenta que modernizaron la Iglesia.
El catolicismo es un agente fundamental a nivel global en la enseñanza, gestionando más de 225.000 centros de primaria y secundaria e involucrando a cerca de 2.5 millones de jóvenes en universidades católicas por todo el orbe, según datos del Vaticano.
León tuvo su formación con los agustinos y pertenece a esa orden religiosa, la cual pone un acento particular en la búsqueda de la verdad de San Agustín y en la orden “Tolle, lege” (Toma y lee).
En el texto, León reiteró que los progenitores son los principales educadores de sus vástagos y que las instituciones católicas deben colaborar con ellos, no sustituirlos. Asimismo, aseveró que el profesorado católico debe ser un ejemplo para su alumnado.
“La labor de los educadores implica una responsabilidad que excede su convenio laboral: su testimonio pondera tanto como sus enseñanzas”, escribió, solicitando una capacitación continua para los maestros católicos tanto en materias académicas como en lo espiritual.
León señaló que la formación católica no se mide por la eficacia o los resultados, sino más bien “en la dignidad, la justicia y la capacidad de servicio al bien común”.
Tal perspectiva, manifestó, “contrasta con un enfoque eminentemente mercantilista que frecuentemente obliga a que la formación actual se valore en términos de operatividad y utilidad concreta”.
Recogió las prioridades establecidas por el papa Francisco para los profesionales de la enseñanza católica, las cuales hacían hincapié en la inclusión, el cuidado del medio ambiente y el interés general, y añadió tres puntos más: los educadores católicos deberían realzar la vida anímica de los estudiantes, emplear un lenguaje “pacífico y conciliador” que evite la hostilidad, y fomentar un uso consciente de la tecnología, incluyendo la inteligencia artificial, que mantenga la dignidad humana en primer término.















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