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La inesperada alianza en la que participó Ricardo Ripoll y que dio origen a Somos Pueblo

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SANTO DOMINGO.- Primero, la expresión “azarosa” la usó el propio Ricardo Ripoll.

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Su objetivo es conseguir un país que funcione, aunque sea de forma parcial. La exactitud en los datos se ha convertido en el arma del medio.

SANTO DOMINGO.- Primero, la expresión “azarosa” la usó el propio Ricardo Ripoll.

En segundo lugar, resulta coherente emplear ese término, sobre todo al tratarse de dos adictos en proceso de recuperación que decidieron involucrarse en el activismo social.

Además, el diccionario define la palabra como algo lleno de riesgos e imprevisible.

Y eso era precisamente lo que vivían tanto Ripoll como Eduardo Sánchez (El Piro) cada vez que intentaban abrirse paso en los medios tradicionales con alguna denuncia concreta, ya que no les daban espacio.

**Autopercepción**

En el caso de Ripoll, no se ve a sí mismo como un opositor.

Le importa la precisión porque, como él mismo afirma: “no estamos contra el poder; estamos a favor de la colectividad”. Después resume su aspiración con una frase que funciona tanto como consigna como resignación: “Anhelamos un país que medianamente funcione”.

La “azarosa” alianza con El Piro se ha convertido, con el tiempo, en una hermandad de trabajo.

Ripoll lo percibió primero como un rapero con contenido social; más tarde se reconocieron mutuamente en un mismo programa de recuperación. “Nos unió la acción. Estábamos cansados de la teoría”, comenta.

Juntos forjaron una dupla de funciones: documentar, publicar y presionar. No hay épica en la historia, pero sí una constancia que ha sacado a Ripoll de la discreción que prefiere a un escenario público que lo incomoda: “Nunca imaginé que acabaríamos siendo un medio así”.

**Fechas clave**

El proyecto surgió el 9 de agosto de 2015, impulsado por un hartazgo compartido. “Estábamos en muchos chats ‘revolucionarios’ en redes, pero nunca se hacía nada. Dijimos: vamos a hacerlo nosotros”, recuerda.

La primera prueba fue A9, una convocatoria en el Parque Independencia que resonó y dio pie, en parte, al germen de Poder Ciudadano.

Al no contar con micrófonos en los medios tradicionales —“iban todos, pero no nos daban cobertura”— decidieron crear su propia tribuna: primero Facebook, luego Twitter e Instagram y, desde 2019, YouTube como eje central.

Con el paso del tiempo, la marca “Somos Pueblo” se transformó en un espacio de denuncia, documentación y presión social.

**En la marcha verde**

La experiencia en la Marcha Verde resultó, para Ripoll, un aprendizaje duro. Participaron desde el inicio y luego se retiraron. “Nos percatamos de que había una doble agenda y no se respetaba lo acordado en las asambleas”, explica.

No habla con rencor, sino con la pragmática de quien archiva un expediente y continúa. Su diagnóstico no exime a los medios convencionales: “Allí también hay difamación. Aquí hay más bocinas y agendas particulares que imparcialidad”.

Por eso insiste en un método: “Cuando hablamos, lo hacemos con pruebas. Tratamos de protegernos”. Hubo conciliaciones en tribunales —“una o dos veces”—, pero no colecciona querellas como trofeos; más bien subraya la necesidad de reforzar cada afirmación.

**Unión social**

Ripoll confía en el poder transformador de la organización. “Si individuos solos han logrado cambios significativos, imagina lo que podemos alcanzar organizados”, sostiene.

Cita la Plaza de la Bandera en 2020 como punto de inflexión: “La gran mayoría eran jóvenes. Hoy las protestas son de los jóvenes; solo necesitan que algo los motive”.

Esa energía, advierte, puede ser un riesgo si no se acompaña de formación: “Es peligroso tener potencial sin ideología ni educación”. De ahí su advertencia a los gobiernos: “El mundo cambió. No pueden vulnerar los derechos básicos, y menos los de la juventud”. También llama a evitar comparaciones simplistas: “tenemos nuestras propias particularidades”.

**Minimalismo**

Cuando le piden un mensaje final, Ripoll evade el sermón y vuelve a su minimalismo operativo: trabajo, organización, paciencia. “Todo pasa”, repite, como quien ha visto de cerca la caída y la grieta por donde entra la luz.

No promete milagros ni guiones cinematográficos; ofrece, más bien, una ética de funcionalidad media: leyes que se cumplen, servicios que operan, autoridades que rinden cuentas, ciudadanos que se informan y participan.

“Anhelamos un país que funcione, aunque sea medianamente”, afirmó. Sus palabras se anclan a una realidad: cuando lo básico falta, lo básico se vuelve una bandera.

**Rasgos distintivos**

Activista social y cofundador de Somos Pueblo Media.

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