Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
WASHINGTON (AP) — Multitudes se congregaron este sábado en la capital y en diversas localidades de Estados Unidos para sumarse a las manifestaciones “Sin Reyes”, rechazando la dirección que toma el país bajo el mandato del presidente Donald Trump. Por su parte, el gobernante Partido Republicano calificó estas concentraciones como muestras de “odio” hacia la nación.
La gente portaba pancartas con lemas como “nada es más patriótico que protestar” o “resiste al fascismo”, y en muchos sitios el ambiente se asemejaba a una auténtica fiesta de calle. Hubo bandas de música, un gigantesco cartel con el texto “Nosotros, el pueblo” –el preámbulo de la Constitución estadounidense– que los asistentes podían firmar, y manifestantes vestidos con disfraces inflables, predominantemente de ranas. Estos anfibios se han consolidado como un símbolo de resistencia, especialmente en Portland, Oregón.
Esta es la tercera movilización de gran magnitud desde el retorno de Trump a la Casa Blanca y ocurre en el contexto de un cierre de gobierno que no solo ha paralizado programas y servicios federales, sino que también pone a prueba el equilibrio de poderes. El momento se caracteriza por un Poder Ejecutivo confrontando agresivamente al Congreso y a los tribunales, una dinámica que, según los organizadores, arrastra a Estados Unidos hacia el autoritarismo.
Trump pasaba el fin de semana en su residencia de Mar-a-Lago, Florida.
“Dicen que se refieren a mí como un rey. No soy un rey”, sentenció Trump en una entrevista con Fox News, emitida el viernes por la mañana, justo antes de partir hacia un evento de recaudación de fondos de MAGA Inc. con un coste de 1 millón de dólares por plato en su club. También se habían programado protestas en las cercanías del lugar ese mismo sábado.
Los manifestantes llenaron icónicos espacios como Times Square en Nueva York, el Boston Common y el Grant Park en Chicago. Asimismo, distintos grupos se concentraron frente a los capitolios estatales de Tennessee e Indiana, en un edificio judicial de Billings, Montana, y en centenares de otros espacios públicos menores. Se estimaron más de 2.600 actos de protesta durante la jornada.
Muchos de los asistentes se mostraron particularmente molestos por los cuestionamientos a sus motivaciones. En Washington, Brian Reymann tildó de “patético” que los republicanos lo hayan catalogado como terrorista durante toda la semana.
“Esto es Estados Unidos. No estoy de acuerdo con su política, pero no creo que no amen a este país”, comentó Reymann, envuelto en una gran bandera estadounidense. “Creo que están equivocados. Pienso que su sed de poder es inmensa”.
En Birmingham, Alabama, más de 1.500 personas se congregaron, haciendo eco y mencionando abiertamente la tradición de protesta de la ciudad y su papel esencial en el Movimiento por los Derechos Civiles de hace dos generaciones.
“Sencillamente, parece que vivimos en unos Estados Unidos que no reconozco”, manifestó Jessica Yother, madre de cuatro hijos. Ella y otros manifestantes sintieron una fuerte camaradería al reunirse en un estado donde Trump obtuvo casi el 65% de los votos el pasado noviembre.
“Fue tan reconfortante”, expresó Yother. “Entré y pensé: ‘Aquí está mi gente'”.
“Movilizaciones masivas como esta infunden confianza en quienes han estado al margen, pero están listos para alzar la voz”, señaló en una entrevista con The Associated Press el senador demócrata Chris Murphy.
Aunque otras protestas anteriores este año –como las dirigidas contra los recortes de Elon Musk o el desfile militar de Trump– ya habían reunido multitudes, los organizadores afirman que las de este sábado están unificando a la oposición. Figuras demócratas prominentes, como el líder del Senado Chuck Schumer y el senador independiente Bernie Sanders, se están sumando a lo que los convocantes consideran una respuesta necesaria a las acciones de Trump, desde la represión gubernamental de la libertad de expresión hasta sus redadas migratorias con tintes militares.
“Estamos aquí porque amamos a Estados Unidos”, declaró Sanders, dirigiéndose a la multitud desde un estrado en Washington. Subrayó que el experimento democrático estadounidense está “en peligro” bajo Trump, pero insistió: “Nosotros, el pueblo, seremos quienes gobernemos”.
La marcha nacional de primavera contra Trump y Musk se realizó en 1.300 puntos registrados. Para el primer día de “Sin Reyes” en junio, la cifra ascendió a 2.100 lugares.
Los republicanos han intentado presentar a los manifestantes del sábado como una facción radical, alejada de la opinión general y como una de las causas principales del ya prolongado cierre de gobierno de 18 días.
Tanto en la Casa Blanca como en el Capitolio, líderes del Partido Republicano los tildaron de “comunistas” y “marxistas”. Aseguran que los líderes demócratas, incluido Schumer, están supeditados al ala más izquierdista y dispuestos a mantener el gobierno cerrado para satisfacer a esas fuerzas progresistas.
“Les animo a que presten atención –a lo que llamamos la manifestación de odio a Estados Unidos– que tendrá lugar este sábado”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson.
“Veamos quiénes asisten”, añadió Johnson, enumerando grupos que incluían “individuos antifascistas”, personas que “detestan el capitalismo” y “marxistas en plena exhibición”.
En respuesta, muchos manifestantes declararon que se tomaban tales hipérboles con humor, en parte porque consideran que Trump recurre excesivamente al dramatismo, como por ejemplo al afirmar que las ciudades a las que envía soldados se han convertido en zonas de guerra, indicó Glen Kalbaugh, un manifestante en Washington.
“Gran parte de lo que hemos visto de esta administración ha sido tan trivial y absurdo que debemos responder con la misma energía”, agregó Kalbaugh, quien llevaba un sombrero de mago y sostenía un cartel con una rana.
La policía de Nueva York reportó que no se produjeron arrestos durante las protestas en la ciudad.
Los demócratas continúan negándose a votar por un proyecto de ley que reabra el gobierno, a la vez que exigen financiación para la atención médica. Los republicanos, por su parte, afirman estar dispuestos a discutir ese asunto más adelante, únicamente después de que el gobierno retome sus actividades.
Esta situación podría marcar un cambio de rumbo respecto a hace solo seis meses, cuando los demócratas y sus aliados se percibían divididos y desmoralizados. Schumer, en particular, fue criticado por miembros de su propio partido por permitir que una ley anterior para financiar al gobierno avanzara en la cámara alta sin aprovecharla para desafiar a Trump.
“Lo que estamos viendo por parte de los demócratas es un atisbo de valentía”, observó Ezra Levin, cofundador de Indivisible, un grupo organizador clave. “Lo peor que los demócratas podrían hacer ahora es rendirse”.
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Los periodistas de The Associated Press Matt Brown, Lisa Mascaro y Kevin Freking en Washington; Jill Colvin y Joseph Frederick en Nueva York; Jeffrey Collins en Columbia, Carolina del Sur; Chris Megerian en West Palm Beach, Florida; Bill Barrow en Birmingham, Alabama; y Safiya Riddle en Montgomery, Alabama, contribuyeron a esta nota informativa.
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Esta historia fue sometida a un proceso de traducción del inglés por un editor de AP con la asistencia de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
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