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El empleo de la etiqueta y del protocolo digital nos permite prevenir conflictos y equívocos, logrando que las interacciones en línea sean más fluidas y menos confrontativas.
En la actualidad, tras la irrupción del Covid‑19, escuchamos constantemente expresiones como “antes de la pandemia no…”, “el mundo cambió, ahora vamos más rápido…”, “es un milenial, todo es digital”, que ponen de manifiesto el gran salto que ha dado la comunicación humana.
Aquello que antes solo existía como una fascinante fantasía en las grandes pantallas del cine o la televisión, hoy se ha convertido en una realidad cotidiana gracias al alcance de nuestros teléfonos móviles y ordenadores.
El temor al entorno digital se ha disipado y, con ello, hemos aprendido de forma ágil y veloz a gestionar desde cualquier dispositivo la manera extraordinaria de simplificar nuestras vidas y conversar. La mayoría de nosotros nos ha adaptado con éxito a estas transformaciones.
Utilizar aplicaciones digitales nos sitúa en una reunión con socios, colegas o compañeros de trabajo desde cualquier punto. Esto permite acelerar horas laborables y reducir tiempos de espera.
Un encuentro con el cliente o la familia por videollamada, la atención al usuario de la empresa desde casa, transferencias bancarias, envío rápido de imágenes y documentos, invitaciones, planificación y compra de vacaciones, gestiones del hogar, consultas médicas, farmacias, supermercados… todo al alcance de un “click digital”. Hoy incluso podemos remitir nuestras firmas electrónicas para trámites legales.
Este auge de las tecnologías de información y comunicación ha venido evolucionando durante varios años; tanto es así que ya se han definido sus normas básicas, conocidas como “netiqueta” (buenas maneras y conductas en la Red), integradas en nuestras costumbres, adoptando nuevos hábitos de cortesía social que deben ser considerados en la era digital.
La netiqueta es un conjunto de pautas de comportamiento y cortesía recomendadas en internet para garantizar una interacción respetuosa y evitar malos entendidos, tanto en la esfera digital como en la vida real. La netiqueta suele ser llamada protocolo en internet; su denominación combina “net” y “etiquette”. Estas directrices describen las normas de conducta para una comunicación apropiada y respetuosa en la red. No son leyes vinculantes, sino reglas de etiqueta sugeridas.
Esta nueva cultura, con el ciberespacio como escenario, nos expone a la posibilidad de cometer errores, ofender sin intención o malinterpretar lo que otros dicen.
Recordemos que a menudo no contamos con el tono de voz y que interactuamos con personas que pueden desconocer las convenciones o normas, aunque sean cibernautas bien intencionados.
Para reducir esas malas interpretaciones, adoptemos hábitos basados en algunas reglas esenciales que guíen la “Netiqueta”.
Es la “regla de oro”: no hagas a otros lo que no deseas que te hagan a ti. Procura expresar las palabras de la forma más amable y correcta posible. El intercambio de mensajes, ya sea en redes sociales o por correo electrónico, debe mantener un lenguaje de interacción cordial.
El uso adecuado de las palabras deja clara tu intención, sea ésta agradable o no. En el ciberespacio, los mensajes quedan archivados en sitios fuera de tu control y pueden, en algún momento, volverse en tu contra. Por eso es vital mantener los mismos estándares de conducta que aplicarías en un entorno público: usar expresiones como “por favor” y “gracias”, evitar ambigüedades y redactar de forma clara y concisa.
Escribir en mayúsculas puede percibirse como un grito. No compartas información personal de terceros sin su permiso. Respeta el tiempo y espacio de los demás, evitando enviar mensajes o archivos no solicitados. Piensa antes de publicar o compartir algo, pues lo que haces en línea tiene repercusiones reales. Si utilizas contenido ajeno, atribuye el crédito correspondiente a sus autores.
El empleo de la etiqueta y del protocolo digital contribuirá a prevenir problemas y malentendidos, haciendo que las interacciones en línea sean más fluidas y menos conflictivas, al tiempo que protege la confidencialidad de la información propia y ajena. Favorece un entorno digital seguro, respetuoso y ayuda a prevenir el acoso en línea, facilitando una comunicación eficaz y profesional.
Aún se están definiendo las leyes que regirán el ciberespacio en materia de privacidad y derechos de autor; algunas resultan confusas, complejas y difíciles de cumplir.
Estas pautas, aunque no sean de carácter legal, incluyen redactar con claridad, evitar el uso de mayúsculas como si se estuviera gritando, respetar la intimidad de los demás, no generar spam y responder oportunamente a los mensajes.
Lo más aconsejable es mantener en este nuevo mundo un comportamiento alineado con la ya llamada “netiqueta”, conservando los mismos estándares de conducta que se aplican en la vida cotidiana.
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