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Madrid, 20 oct (EFE).- Un equipo de investigación con participación internacional ha confirmado que los efectos beneficiosos del ejercicio físico persisten aun después de detener la actividad, dado que el movimiento incrementa el gasto energético total sin que se reduzca el consumo necesario para funciones primordiales como la respiración o la circulación sanguínea.
Esta indagación, encabezada por la Universidad Virginia Tech (EE.UU.), contó con la participación de las universidades de Aberdeen (Reino Unido) y Shenzhen (China), junto a científicos procedentes de España. Sus hallazgos se han divulgado este lunes en la publicación científica PNAS.
La investigación apoya la tesis de que una mayor movilidad se traduce en un mayor gasto de energía, sin que el organismo genere compensaciones metabólicas perjudiciales que perjudiquen su rendimiento.
El estudio examinó el “balance energético” de 75 adultos cuyas edades oscilaban entre los 19 y 63 años, con grados de actividad que abarcaban desde el sedentarismo hasta corredores de ultra resistencia.
Para tal fin, los investigadores emplearon una técnica de medición que consistió en la ingestión de isótopos de oxígeno e hidrógeno, seguida del análisis de las variaciones en muestras de orina durante un periodo de dos semanas. De manera simultánea, los movimientos de los participantes fueron registrados mediante el uso de sensores portátiles.
Los resultados mostraron que, a mayor nivel de actividad física, se producía una mayor quema de calorías, con independencia de la composición corporal del individuo. Además, el organismo no disminuye la energía destinada a funciones vitales, lo que sustenta el modelo energético aditivo frente al modelo de salario fijo, donde se “disminuye” energía de otras funciones.
El equipo también corroboró que las personas más activas dedican menos tiempo a estar sentadas y tienen una menor tendencia a la inactividad prolongada, lo cual refuerza la idea de que un nivel superior de actividad física implica un gasto energético global más alto, sin poner en riesgo la salud.
Entre los científicos participantes se encuentran los españoles Guillermo Zorrilla, del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos, y Olalla Prado, profesora de la Universidad Europea de Madrid, especializada en el metabolismo energético humano.
Zorrilla explicó a EFE que también se llevó a cabo una comparación entre poblaciones activas de distintas zonas del mundo con sociedades más sedentarias, y se constató que, si bien el gasto energético aumenta con la actividad, el cuerpo pone en marcha mecanismos compensatorios para evitar que se excedan límites que pudieran afectar funciones esenciales.
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