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Mark Ruffalo: “El perdón hacia alguien supone un acto de fe, no en la divinidad, sino en el género humano”

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Es el tipo de papel que, en manos de otro intérprete, podría degenerar en un melodrama.

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“Hoy vivimos en una nación donde la compasión se encuentra en peligro de extinción”, asevera el actor, una frase que captura no solo la esencia de su personaje, sino el espíritu mismo de “Task”, la serie de HBO Max bajo la dirección de Jeremiah Zaga

En “Task” (de HBO), Mark Ruffalo no encarna a un salvador ni a un mártir. Interpreta a un hombre. Un exsacerdote que ahora es agente del FBI, un padre destrozado por el asesinato de su esposa, un creyente en plena crisis que intenta hallar un propósito en el cruce entre la culpa, la fe y el deber. Es el tipo de papel que, en manos de otro intérprete, podría degenerar en un melodrama. Ruffalo lo dota de una sencillez arrolladora, esa modestia sentimental que ha marcado toda su trayectoria.

“Lo que más me atrajo de Tom Brandis — comenta — es su travesía hacia la absolución. Pero el perdón no brota sin empatía. Y hoy por hoy habitamos un país donde la sensibilidad está en vías de desaparecer”.

Esa afirmación condensa no solo el talante de su papel, sino el alma profunda de Task, la serie de HBO escrita por Brad Ingelsby — responsable de Mare of Easttown — y codirigida por Jeremiah Zagar y Salli Richardson-Whitfield.

Lo que pudo haberse limitado a un drama de corte policial se transforma aquí en un profundo examen sobre la fe, la moralidad y la factura de la clemencia en una era de escepticismo.

Ruffalo, quien además ejerce como productor ejecutivo, confiesa que su “misión” fue resguardar el corazón de la producción. No desde una postura autoritaria, sino a través del cuidado.

“A veces, ser productor es simplemente eso: salvaguardar la visión y ocuparse de la gente”, señala durante la entrevista a la que Listín Diario tuvo acceso exclusivo.

“Hay que asegurarse de que haya aire acondicionado cuando todos sufren el calor, de que los directores puedan filmar en paz, de que el equipo se sienta protegido. Se trata de acompañar. Es ser el guía moral del conjunto”, añade.

**La convicción como cimiento ético**

Cuando Ruffalo hace referencia a “Task”, lo aborda como si hablara de un código de valores: “¿Qué significa la fe auténtica fuera de lo que se escenifica? ¿Qué permanece cuando el foco deja de ser la virtud para centrarse en la humanidad?”, se cuestiona. Y argumenta: “Dentro de la noción de fe reside la piedad, la facultad de perdonar, el afecto por el prójimo. No se trata únicamente de Dios, sino de cómo depositamos nuestra confianza en las personas. De la fe que compartimos entre nosotros”.

Esa perspectiva moldea la textura ética de la serie: una narrativa que desmonta la noción de bien y mal en términos absolutos. “No existen justificaciones, pero hay motivos”, reitera el actor, al recordar a un amigo — un exconvicto — que colaboró en su preparación para el rol.

“La ley es categórica: culpable o no culpable. Pero las vidas humanas son mucho más complejas. El sufrimiento, el trauma, la carencia, la formación… todo ello forja las razones. Y si somos incapaces de ver los motivos, solo nos quedará el escarmiento”, puntualiza.

En el universo de Ingelsby, esa gradación entre el motivo y el delito es el ámbito donde se cimienta la empatía. Task no busca legitimar los actos criminales que investiga, sino analizar cómo la justicia puede coexistir con la magnanimidad.

Ruffalo defiende que su personaje, un hombre de fe quebrantada, ejemplifica esta complejidad. “La senda hacia el perdón no es de carácter religioso — afirma — , es profundamente humana. Implica mantener la esperanza en la posibilidad de rectificación del otro, aun cuando todo lo que observamos parezca indicar lo opuesto”.

**El lastre del dolor**

Hay un verso de Rumi que Ruffalo invoca con regularidad: “La luz penetra por las heridas”. En Task, esa herida es doblemente real — el homicidio de su pareja — , pero también de naturaleza espiritual.

“El padecimiento te obliga a hincarte”, explica. “Y cuando estás arrodillado, no puedes mirar a nadie por encima del hombro. Solo te queda mirar hacia arriba”.

Esa imagen sintetiza la evolución de Tom Brandis: un individuo que comienza la trama como una figura endurecida por el rigor de la ley y culmina despojado, en sosiego, oyendo el gorjeo de los pájaros en el fotograma final del serial. “Esa sonrisa al concluir no es una liberación — aclara Ruffalo — . Es aceptación. No es que la vida se haya arreglado; es que esta sigue su curso. Incluso en la hondura del sufrimiento, persiste la naturaleza, hay sonido, existe algo que nos recuerda que seguimos vivos”.

Ese desenlace, con su resonancia casi mística, evoca los últimos planos de *Mare of Easttown*. Pero mientras la detective interpretada por Kate Winslet encontraba alivio en su comunidad, Tom Brandis lo halla en el mutismo. “Es un final que implica continuidad — detalla Ruffalo — . El mundo no se detiene. La naturaleza sigue. Los pájaros cantan incluso bajo la lluvia. Si logramos extraer una lección de eso, estaremos bien”.

Ruffalo admite que “Task” es, en buena medida, una serie que reflexiona sobre la masculinidad. “Brad me comentó que si *Mare of Easttown* se enfocaba en las madres, *Task* lo hace en los padres”, narra. “Padres fallidos, imperfectos, que demuestran su amor de maneras poco hábiles. Padres que crían solos, que desconocen el manual pero lo intentan de todas formas. Es una observación de los hombres que aprenden a ser sensibles sin perder su fortaleza”.

Para Ruffalo, esta revisión de lo masculino resulta crucial en un momento histórico donde los patrones tradicionales se desmoronan.

“Estamos presenciando el desplome de los arquetipos rígidos — asegura — . El varón que no derrama lágrimas, el militar emocionalmente inaccesible, el alcohólico que vive en soledad. Todos crecimos con esa estampa, pero dista de ser real. Lo auténtico es el desconcierto, el amor caótico, la falta de destreza. Lo auténtico es que todos estamos aprendiendo a cuidar de otros sin tener idea de cómo”.

En el serial, esta fragilidad se conjuga con la aspereza del trabajo policial. Tom es un agente que atestigua lo peor, pero se rehúsa a dejar de tener esperanza en la gente. “Su verdadero poder — afirma Ruffalo — no reside en el arma, sino en su capacidad para seguir sintiendo”.

El Ruffalo productor y el Ruffalo actor parecen confluir en una misma ética: la del trabajo entendido como un espacio de colectividad.

“Brad y Jeremiah querían que el set fuese distinto — explica — . Un lugar donde el respeto, la cordialidad y la justicia prevalecieran. Multicultural, multigénero, inclusivo, con mujeres y personas trans en la dirección. Se estableció un ambiente de seguridad emocional, y esto lo modifica todo. Una atmósfera de esa índole posee una energía profundamente femenina, sin importar que provenga de hombres”.

Esa ambición de equilibrio se percibe en la atmósfera de la producción: austera, pero comprensiva; sombría, mas nunca pesimista. Task aborda asesinatos, traumas y pérdidas, pero lo hace desde una perspectiva que no renuncia a la condición humana. Ruffalo lo resume así: “El programa tiene un latido. Es un thriller, por supuesto, pero el corazón que genera ese pulso es la empatía”.

**La pantalla chica como desahogo**

A sus 57 años, Ruffalo ha recorrido todos los formatos — desde el cine independiente hasta la saga Marvel — , pero confiesa que la serie limitada de televisión le ofrece algo que el cine ya no brinda: la hondura. “El formato extenso te permite residir dentro del personaje — comenta — . Te deja descifrarlo, asimilarlo, avanzar junto a él. Siete horas en una vida entera. Esto no ocurre en el cine. Allí todo es condensación. Aquí hay holgura, ámbito, respiro”.

Y Task le proporcionó más que un personaje: le mostró un espejo. “Abarca todo lo que asimilé sobre la vida por la fuerza”, confiesa. “Acerca del perdón, la parentela, el afecto y la orfandad. Sobre cómo nos levantamos cuando parece que no queda nada”.

El rodaje representó, a su juicio, una vivencia espiritual. “Fue extenuante — reconoce — . Existir por tanto tiempo en ese sufrimiento, en esa penumbra, es arduo. Pero además resultó hermoso. Porque el mundo se siente cargado, y este *show* es denso. Pero esa densidad es necesaria. Requerimos recordar que la belleza aún reside en la conexión humana, que la empatía no es una debilidad. Es nuestro motor de vida”.

Cuando se le pregunta por el legado de Task, Ruffalo responde sin vacilar: “Me hizo meditar sobre el círculo familiar. Sobre cómo seremos recordados. No por nuestros dichos, sino por la emoción que dejamos en los demás. Si fuiste íntegro, si pediste disculpas, si permitiste a otros ser plenamente humanos. Eso es lo que cuenta realmente”.

**El principio final**

En tiempos de generalizado recelo, Mark Ruffalo parece aferrarse a la fe más difícil de profesar: la fe en los individuos.

Task pudo haber sido solo otra producción de suspenso de HBO, pero bajo su interpretación se convierte en una plegaria sobre la redención, un recordatorio vívido de que incluso en el momento de la caída existe la gracia.

Y esa obra final, filmada con la serenidad de quien ya ha conocido bastante oscuridad, se percibe como un obsequio singular: un aviso de que, aun cuando el mundo se encuentre arrodillado, aún se nos permite levantar la mirada.

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