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Tal vez para Ohtani era simplemente un asunto de tiempo, más allá de la determinación de alterar las dinámicas y batear en el terreno. Sin embargo, cuando los Dodgers requirieron la presencia de su superestrella, él no se limitó a comparecer. Superó incluso sus aspiraciones más osadas.
Si alguien hubiera elegido un instante inoportuno para cerrar los ojos, los ecos que poblaban un Dodger Stadium casi en silencio habrían narrado la historia completa.
Un jonrón que retumbó al desprenderse del madero. Gritos instantáneos de fascinación. Un impacto rotundo al colisionar la pelota con el metal. Una nueva efervescencia de voces, coronada por la burla de Freddie Freeman: “¡No tienes potencia!”.
Es claro que los pocos presentes en la práctica del miércoles por la noche, previa a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, habrían pecado de ingenuos si hubieran desviado su mirada de Shohei Ohtani, quien realizó práctica de bateo en el campo del Dodger Stadium por primera vez en un largo periodo. Exhibió un impresionante despliegue de fuerza, depositando bola tras bola en los asientos de las gradas, incluyendo un batazo que impactó la parte superior del techo en el pasadizo detrás del jardín derecho.
Dos días después, Ohtani dirigió una pelota casi a ese mismo punto, pero esta resultó aún más memorable por el contexto en el que se gestó: nada menos que un encuentro crucial por el título de la Liga Nacional. El batazo, proyectado por Statcast a 469 pies, constituyó el segundo de los tres jonrones de Ohtani en un partido donde también recetó 10 ponches en 6.1 entradas desde la lomita, asegurando el regreso de los Dodgers a la Serie Mundial.
Fue una exhibición integral del talento total de Ohtani condensado en un solo juego. No solo fue el punto culminante de su trayectoria, sino que se erigió, posiblemente, como una de las actuaciones individuales más grandiosas de todos los tiempos en un único encuentro. Le valió el reconocimiento de JMV de la SCLN, a pesar de que hasta ese día había atravesado un bache.
“Creo que, al repasar toda la postemporada, no he cumplido con las expectativas”, comentó Ohtani la noche del viernes. “Pero pienso que hoy presenciamos lo que podemos lograr los bateadores zurdos”.
Después de que Ohtani registrara 1 hit en 18 turnos en la Serie Divisional de la Liga Nacional, el mánager Dave Roberts consideró que este desempeño se debía más a los lanzadores zurdos de los Phillies y a ciertas decisiones de *swing* que él tomó, que a cualquier potencial problema mecánico. Roberts se sintió alentado por la calidad de los turnos de Ohtani durante los primeros dos juegos de la SCLN contra los Cerveceros, aunque la superestrella igual se fue de 7-1.
Esa fue apenas la tercera ocasión en la carrera de Ohtani en las Grandes Ligas en la que acumulaba una racha de seis partidos con no más de dos *hits* —y ningún extrabase—. Mientras viajaba en el vuelo del equipo de Milwaukee a L.A., envió un mensaje a los *coaches* de bateo Aaron Bates y Robert Van Scoyoc manifestando su deseo de ejecutar práctica de bateo en el campo.
Ohtani prioriza realizar la mayoría de su trabajo de bateo en la jaula, un entorno controlado donde puede enfocarse en los detalles más finos de su *swing*. Batear en el campo le permitió una variación en sus referencias visuales. Hay algo especial en poder observar las pelotas aterrizar sobre el césped del *outfield*, y frecuentemente, en las gradas.
“Ver la trayectoria de la bola, cómo rota y lo que está haciendo”, explicó Roberts. “Verla caer sobre el techo detrás del jardín derecho, eso definitivamente no es algo malo”.
Quizás lo más crucial es que la modificación en la rutina de Ohtani surgió de la necesidad urgente de reencauzar su rendimiento rápidamente, sin permitir que la presión del momento lo superara.
“Pienso que buscaba modificar su rutina más que sobredimensionar el momento”, señaló Bates. “… Él es muy sereno, relajado, especialmente en sus días de descanso. Así que creo que simplemente deseaba un ambiente o una rutina fresca para ese día”.
El ajuste en la rutina pareció generar frutos inmediatos cuando Ohtani inició el Juego 3 con un triple ante el zurdo Aaron Ashby, conectando un *slider* externo hacia la esquina del jardín derecho para su primer extrabase desde que bateó dos cuadrangulares en el Juego 1 de la Serie de Comodín de la LN.
No obstante, ese terminó siendo su único imparable del día, y fue ponchado dos veces más, elevando su suma de postemporada a 17 en 44 apariciones en el plato.
Ohtani llegó al Juego 4 con un registro de 3 *hits* en 29 turnos (.103) en sus siete encuentros más recientes. Esa noche de viernes estaba abriendo como lanzador, una situación que, típicamente, no se había alineado con juegos productivos en el plato para él esta temporada. Al dirigirse a los medios unos días antes, se mostró visiblemente molesto por preguntas acerca de si su regreso al *pitching* lo había perjudicado como bateador en algunas ocasiones.
Todo lo que se requirió fue la actuación de su vida para transformar esa perspectiva.
“A Shohei solo se le puede contener por un tiempo”, declaró Andrew Friedman, presidente del departamento de operaciones de béisbol. “[Los Cerveceros] lo habían logrado, y lo hicieron muy bien. Nadie se somete a más presión que Shohei. Que él explotara de esta forma, era algo que esperábamos cada jornada”.
Posiblemente, para Ohtani era meramente un asunto de tiempo, independientemente de su decisión de cambiar las dinámicas y batear en el terreno. Pero cuando los Dodgers necesitaron a su superestrella, él hizo más que solo presentarse. Superó sus expectativas más optimistas.
Justo como suele hacerlo.
“Esta vez”, afirmó Ohtani, “era mi turno de ser capaz de producir”.
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