Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Omitir el desayuno puede ahorrar tiempo, pero tu organismo probablemente lo notará.
Normalmente se considera al desayuno como la comida principal del día, aunque muchos pasan por alto esta creencia popular para dormir un poco más, revisar el móvil o tomar otra taza de café. Dejar de desayunar puede parecer inofensivo (o incluso productivo), pero los expertos en nutrición señalan que el cuerpo se ve afectado mucho más de lo que imaginamos.
Desde la apatía matinal y la sensación de hambre que genera, hasta patrones a largo plazo que repercuten en la salud cardiovascular, no desayunar puede acarrear serias repercusiones negativas. Consultamos con especialistas en nutrición para que nos expliquen qué sucede en el cuerpo al saltarse el desayuno y cómo tomar mejores decisiones para comenzar la jornada con vitalidad.
La mayoría de los profesionales de la salud concuerdan en que el desayuno es el alimento más importante de la jornada, pues su omisión suele tener efectos adversos a las pocas horas. (En algunos casos puntuales, posponer el desayuno podría ser admisible). A grandes rasgos, estas son las alteraciones de salud que podrías percibir de inmediato.
Quizás te interese leer: 30 días consumiendo avena: las transformaciones reales que tu cuerpo comienza a experimentar.
En la mayoría de las situaciones, dejar de desayunar es un hábito perjudicial que puede mermar la capacidad de concentración. “Los estudios sugieren que no desayunar puede aumentar el apetito y provocar fallos en la atención”, señala Meghan Windham, MPH, RD, LD, dietista registrada. “El cerebro requiere glucosa para funcionar de manera óptima, y una ingesta energética insuficiente puede impactar negativamente en la memoria y la concentración”. Esto implica que puede ser más complicado enfocarse en el trabajo, los estudios o incluso las actividades diarias si se empieza el día con el estómago vacío.
Al no desayunar, también puedes privar a tu cuerpo de la energía necesaria para afrontar la mañana. “Una de las consecuencias más evidentes de saltarse el desayuno es la falta de vitalidad”, comenta Jennifer Hillis, MS, RDN, dietista-nutricionista titulada. “Esto puede manifestarse como un estado de somnolencia, y tu cuerpo puede sentirse más agotado durante el ejercicio físico e incluso en las labores cotidianas más sencillas”. Es parecido a un bajón de energía vespertino, pero más temprano.
“Puede que la expresión ‘tener hambre y estar de mal humor’ posea una base científica después de todo”, indica Windham. Las investigaciones han revelado que el ayuno prolongado podría elevar los niveles de ciertas hormonas ligadas al hambre, asociadas a mayor irritabilidad y comportamiento hostil.
Dicho de otra forma, saltarse el desayuno podría desencadenar cambios de humor aparentemente desconectados. En vez de restar importancia a tu malestar pensando que es “simplemente una mañana difícil”, considera tu período de ayuno e intenta alimentarte más pronto y con mayor frecuencia.
Hillis nos recordó que el vocablo desayuno, literalmente, significa “romper el ayuno”. Desayunar repone los niveles de azúcar en sangre, lo cual es fundamental para un funcionamiento cerebral óptimo y la energía física general. Pero, además, evitar el desayuno habitualmente puede acarrear los siguientes efectos a largo plazo.
Si bien no está totalmente claro en qué medida afecta al sueño no desayunar, existe evidencia creciente de que puede desregular el reloj biológico. “Las investigaciones indican que, al no tomar el desayuno, el cuerpo puede experimentar alteraciones en el ritmo circadiano”, afirma Windham. “Al omitir el desayuno, se perturban los ciclos biológicos, lo que también podría exacerbar desórdenes metabólicos como la resistencia a la insulina”.
Un estudio demostró que saltarse el desayuno durante seis días seguidos demoró el ritmo de la temperatura corporal central cerca de 42 minutos. Sin embargo, se requiere más investigación para entender cómo esta alteración repercute en la salud a largo plazo.
Tampoco desayunar puede influir negativamente en la ingesta nutricional global. “Con el tiempo, no desayunar puede conducir a una carencia de elementos nutritivos vitales que el cuerpo necesita para operar correctamente”, explica Hillis. “Esto puede causar déficits que afectan negativamente el bienestar general, como una inmunidad disminuida y problemas metabólicos”.
Además, Hillis mencionó estudios que sugieren consumir la mayor concentración de nutrientes al inicio del día para favorecer la salud general y un envejecimiento saludable en personas mayores. (Ingerir el desayuno más tarde se ha relacionado con estados de ánimo depresivos, ansiedad y múltiples enfermedades).
Quizás lo más preocupante es que no desayunar podría incrementar el riesgo cardiovascular con el transcurso del tiempo al modificar la función metabólica y vascular. Un amplio metaanálisis que incluyó a más de 220.000 adultos reveló que aquellos que se saltaban el desayuno de forma asidua presentaban un riesgo aproximadamente un 22% superior de padecer afecciones cardiovasculares en comparación con quienes lo hacían habitualmente. Los investigadores consideran que omitir el desayuno podría provocar cambios desfavorables, como la elevación del colesterol LDL, lo cual podría exigir demasiado al corazón y a los vasos sanguíneos.
No todos los desayunos son iguales, y encontrar uno que sea nutritivo y se adapte a tu ajetreada rutina mañanera puede ser un desafío. Aquí te ofrecemos una pauta para el desayuno ideal: “Un desayuno balanceado debe incluir todos los grupos alimenticios, como lácteos bajos en grasa, granos integrales, proteínas magras, frutas y vegetales”, indica Windham. “Tu desayuno podría consistir en una tostada de pan integral (grano) con un puñado de espinacas (vegetal) revueltas con huevos (proteína), una porción de fruta y un vaso de leche descremada (lácteo)”.
Hillis aconseja incorporar siempre algún tipo de bebida con el desayuno, sea leche o jugo de naranja. “Iniciar el día hidratado puede ayudar a determinar tu estado de ánimo el resto del día, y el desayuno es un momento clave para reponer líquidos, junto con otros alimentos y bebidas ricas en agua, como el jugo de naranja cien por ciento”, comenta.
La estructura de desayuno mencionada no siempre es viable si estás fuera de casa. Por lo tanto, si tienes poco tiempo, elige al menos un carbohidrato complejo y una proteína magra. “Un ejemplo podría ser yogur griego ligero (proteína) con bayas (carbohidratos) o pan integral (carbohidratos) untado con mantequilla de frutos secos (proteína)”, sugiere Windham.
Para comidas rápidas a primera hora, Hillis sugiere los batidos como una excelente alternativa para incorporar nutrientes y personalizar sabores. “O prepara avena remojada con vainilla la noche anterior para un desayuno delicioso y sustancioso”, recomienda. “La avena y las semillas aportan una buena dosis de fibra, y una ración proporciona una fuente importante de hierro”.
Este artículo fue publicado originalmente en El Día.














Agregar Comentario