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Oración

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Las melodías a menudo nos transportan a lugares o emociones que se convierten en parte de la ribera de nuestras existencias.

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Las melodías a menudo nos transportan a lugares o emociones que se convierten en parte de la ribera de nuestras existencias. La canción *Plegaria*, del cubano Celestino Esquerré, radicado en Santo Domingo, se ha convertido en la banda sonora de los últimos meses. Su letra rezuma nostalgia, y, junto al entorno católico que la rodea, resulta cercana a cualquiera que haya naufragado fuera de su isla interior o exterior.

«Líbranos de toda tormenta, tú que sabes bien que naufragamos, Virgen Santa de la Caridad, recuérdanos que te precisamos», reza el coro. Los acordes de guitarra que marcan el ritmo suenan como los pasos de miles de migrantes que parten cargados de sueños interminables. Cuba atraviesa una de las peores crisis migratorias de los últimos años, especialmente entre jóvenes que, como mi esposa y yo, dejaron atrás a sus familias. Un periódico informó que cerca de catorce mil cubanos han ingresado legalmente a la República Dominicana en los últimos tres años.

Una amiga que también vive en la República Dominicana me escribió recientemente: «El tiempo avanza y todo pesa más: la distancia y la comprensión real de todo lo que se deja atrás, una vida entera con todos sus recuerdos. Le pido a Dios cada día fuerza para seguir». Creo que esa “plegaria” es la que Esquerré dirige a la Caridad para que no se olvide de nosotros, su pueblo.

Celestino participó hace poco en el festival Sabina en España y compartió en sus redes una foto junto a la estatua del cantautor español en el casco colonial de Santo Domingo. Tengo pendiente asistir a uno de sus recitales en el Casa de Teatro; su música me evoca la del artista español. Él fue parte de la Pastoral Juvenil de Matanzas y yo de La Habana, por eso su rostro me resulta familiar y ambos conocemos a amigos de aquel tiempo. Al saludarlo, revivo esas convivencias y celebraciones de otra etapa de nuestras vidas.

Ojalá el “efecto artículo” impulse esta canción y amplíe su alcance. Por ahora, compartiré con los amigos, además del texto, el enlace a YouTube vía WhatsApp, para que puedan disfrutar de un canto que, desde nuestro exilio, nos transporta a Cuba. Hace poco alguien comentó que una de las señas de la nueva migración cubana es que pronto olvidan la isla y sus costumbres. A esa persona solo le pido que, al escuchar esta canción, perciba que nuestro sentir se asemeja a la esperanza que cuelga en mi pecho, sostenida por una pequeña cruz de madera que heredé de mi abuela y llevo como amuleto a cada rincón de la República Dominicana, un país cuyas gentes siempre tienen el corazón abierto para acoger.

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