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¿Qué es un arzobispo coadjutor y por qué se nombra uno?

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El obispo Tomás Morel Diplán, actual jerarca de La Vega, fue nombrado arzobispo coadjutor, lo cual le otorga el derecho de sucesión en la Arquidiócesis de Santo Domingo.

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Santo Domingo.- La designación de un arzobispo coadjutor con derecho a suceder dentro de la Arquidiócesis de Santo Domingo no es simplemente un trámite canónico; se trata de una elección de gran **significado pastoral y eclesiástico-político**.

El obispo Tomás Morel Diplán, actual jerarca de La Vega, fue nombrado arzobispo coadjutor, lo cual le otorga el derecho de sucesión en la Arquidiócesis de Santo Domingo. Esto **implica su ascenso adelantado** como pastor ordinario de la arquidiócesis, una vez que el actual arzobispo, Francisco Ozoria Acosta, presente y le sea aceptada su dimisión.

Tal nombramiento significa que monseñor Morel Diplán **trabajará junto a** Ozoria Acosta en la diócesis primada, no como un auxiliar o asistente, sino como un **socio que se prepara** para tomar las riendas del gobierno arquidiocesano.

En la historia reciente dominicana, recordamos un movimiento similar durante los años sesenta, cuando Hugo Eduardo Polanco Brito fue designado coadjutor del entonces arzobispo y futuro cardenal, Octavio Antonio Beras, en el **tenso ambiente** que siguió a la Revolución de 1965.

Roma recurre a la figura del coadjutor cuando considera **necesario orquestar una transición** sin caer en vacíos de autoridad.

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Polanco Brito fungió primero como administrador apostólico *sede plena* entre 1966 y 1970, un rol canónico que le otorgaba **poderes ejecutivos totales** sobre la administración de la arquidiócesis, aunque sin garantizarle la sucesión automática. Más tarde, su título fue modificado a arzobispo coadjutor, lo que **sí conllevaba** el derecho de sucesión inmediata.

No obstante, en 1975, el Vaticano lo trasladó como obispo a La Altagracia, lo que **automáticamente lo excluía** de la línea de sucesión. Este movimiento fue visto como un **acto de desagravio** hacia el arzobispo Beras, quien ese mismo año fue elevado a la dignidad de primer cardenal dominicano. Beras fue reemplazado en 1981 por monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez, entonces obispo de San Francisco de Macorís.

El episodio entre Beras y Polanco Brito tuvo su raíz en **desavenencias sobre la gestión** de la arquidiócesis y la forma de afrontar la situación social de un país en crisis.

El segundo, y hasta ahora último, precedente de un nombramiento de coadjutor por el Vaticano en República Dominicana fue la designación del sacerdote estadounidense Ronald Connors en esa misma capacidad en 1976 para la diócesis de San Juan de la Maguana. El obispo titular era Tomás Francisco Reilly, C.SS.R., quien había sido el primer obispo de esa diócesis desde su fundación en 1959.

Reilly era un obispo redentorista oriundo de EE. UU. con casi dos décadas de servicio al frente de la diócesis y que **enfrentaba quebrantos de salud y avanzada edad**. Esto motivó a la Santa Sede a nombrar un coadjutor con derecho a sucesión para asegurar una transferencia de poder sin problemas.

Connors también era miembro de la Congregación del Santísimo Redentor (redentoristas), al igual que Reilly, lo que **facilitaba una continuidad** tanto pastoral como administrativa. Asumió como obispo titular el 20 de julio de 1977, cuando Reilly presentó su dimisión, conforme a la normativa canónica, por motivos de salud y edad.

El coadjutor **accede con derecho a sucesión inmediata** y, generalmente, es nombrado vicario general, lo que le confiere **potestad ejecutiva ordinaria** sobre toda la arquidiócesis. Desde el primer día, **comparte la gobernanza** con el arzobispo diocesano.

La determinación de nombrar un arzobispo coadjutor para Santo Domingo ocurre a poco menos de un año de que monseñor Ozoria Acosta alcance los 75 años, edad en la que **está obligado a presentar su renuncia** al gobierno de la arquidiócesis.

También se produce en un **momento particular** donde la Iglesia capitalina muestra **una voz menos influyente** en debates cruciales donde históricamente fue referente, como la educación, la familia, la ética pública o la concertación política. Su conexión con la juventud y los trabajadores ha **experimentado un declive**, y una parte de su clero da **señales de agotamiento y desmotivación**.

Las razones que impulsan al Vaticano a nombrar un coadjutor suelen estar ligadas a la edad o la salud del ordinario, que le impiden **cumplir plenamente** con sus deberes pastorales y administrativos. También se recurre a esta figura ante **crisis institucionales**, falta de disciplina interna, un clero exhausto o una **dispersión de objetivos prioritarios**.

Otro **factor determinante** es la pérdida de relevancia social en una sede clave: sucede cuando la voz del arzobispo **deja de movilizar** o de encontrar interlocutores en sectores sociales vitales para la estrategia pastoral global.

Una vez nombrado, el coadjutor es investido como Vicario General de la diócesis (en este caso la arquidiócesis de Santo Domingo). El coadjutor **colabora en la gestión** y asume responsabilidades ejecutivas desde el principio. Cuando el ordinario cumple los 75 años (o decide renunciar antes), presenta su dimisión; una vez que el Papa la acepta, el coadjutor **pasa a ser arzobispo de inmediato**, sin necesidad de un nuevo nombramiento explícito.

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