Entretenimiento

Ten cuidado con esa arma

8894006040.png
Tomarse la escritura en serio implica un riesgo; muchas veces, sin que el autor lo perciba, lo que plasmamos puede resultar ofensivo para algunos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Escribir equivale a desvestir el corazón y la mente, dejarlos al descubierto sobre la hoja, donde cientos de personas con diferentes vivencias y puntos de vista los juzgarán desde sus propias plataformas y trincheras. Tomarse la escritura en serio implica un riesgo; muchas veces, sin que el autor lo perciba, lo que plasmamos puede resultar ofensivo para algunos.

Cuando la escritura se realiza con responsabilidad, transforma conciencias, reemplaza paradigmas; genera, además, una sensación de incomodidad que puede desencadenar una revuelta social. Es fundamental comprender que las ideas conllevan consecuencias: son peligrosas, semejantes a las olas del mar, algunas más intensas que otras, y ciertas olas pueden convertirse en un tsunami social que barre y destruye lo que necesita ser mejorado.

Es momento de escribir, no para alimentar lo mediocre, lo monótono, lo vago o lo superficial, sino para trastornar, co‑crear y provocar una incomodidad colectiva que nos conduzca hacia una especie de utopía social. ¿Quién dijo que la transformación a través de la palabra escrita es imposible? Preguntemos a Miguel de Cervantes, Sócrates, Platón, Mijaíl Gorbachov, Salomón, el rey David, San Pablo, San Agustín, Juan Bosch y a tantos otros que, con su pluma cargada de tinta, marcaron rutas a seguir.

Escribir es una oración a Dios mediante símbolos, es fuego latente, es la granada que estalla sin estruendo, es la flecha invisible, es el propio látigo que empuñó el maestro, es la síntesis de lo que flota en el éter. Por eso, es hora de escribir para contrarrestar lo precario, la política parasitaria, para enfrentar el caos ideológico, la religiosidad hedonista y la hipersexología que solo engendra fantasías y rompe el molde del cual surgimos.

No nos llamemos idealistas; somos realistas porque a través de la escritura podemos percibir lo que está oculto, acercar lo distante y lo que parece imposible. Todo lo que vemos comenzó como idea; por eso escribo y elevo una oración con mi pluma para dibujar el país que deberíamos tener: una educación digna para cada niño, acceso a agua potable en cada rincón, y despertar a los que duermen para que formen parte de un proceso que nos revele la Otra Cara.

Te invitamos a leer, a utilizar la escritura y la lectura como el arma más poderosa, y a emplear esa herramienta para erradicar los fantasmas sociales que nos mantienen atrofiados y atados con camisa de fuerza.

TRA Digital

GRATIS
VER