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Otra escaramuza de la contienda del taxi. Alberto Álvarez, conocido como Tito, promotor de Élite Taxi, la agrupación de taxistas más grande del área metropolitana, está empeñado en capturar una imagen de uno de los vehículos de Uber adornados con los colores del Barça mientras el remolque municipal lo retira por incumplir la normativa vigente. ¿Tendrán los Uber con distintivos blaugrana la documentación en orden?
Así que a las ocho de la mañana, muy animado pese a haber dormido solo cuatro horas, con Pastis & Buenri a tope en la radio del coche, se presenta en la glorieta de la Carbonera, en la avenida Paral·lel, decidido a sabotear el pacto entre la corporación de San Francisco y el equipo de sus afectos… Poco después, agentes de la policía municipal establecen un punto de control para vehículos de alquiler con conductor.
“Vamos a atrapar a la alimaña del Barça, al bicho de Uber”, proclama Tito. Estos días sus insignias del club le duelen más que nunca. De ahí su gran energía, que lo haya llevado a anunciar y cancelar protestas, y que ahora prepare asambleas para que los taxistas decidan si causan problemas o no cada vez que el Barça juegue en casa.
“Damos al Barça 48 horas para que corrija. ¡La Guardia Urbana está montando muchísimos controles, y así estarán tres días! Los agentes están muy molestos, ¡sienten que se están riendo de ellos! Y a ver qué dice la directiva del Barça cuando el camión municipal se lleve los Uber blaugranas, ¿no afirman que cumplen la ley? La mayoría de los miles de coches que vemos por la ciudad con los emblemas de Uber, Cabify y Bolt no tienen permiso para operar en el área metropolitana”.
Sin embargo, fuentes del ayuntamiento restan importancia a la operación. “Son inspecciones que la Guardia Urbana realiza con frecuencia —comentan estas fuentes—, parecidas a las que hacen sobre los vehículos de movilidad personal (VMP) u otros aspectos de seguridad. Son campañas planificadas dentro de las atribuciones de la Guardia Urbana”.
Los oficiales del puesto de control de la Carbonera hacen descender a los pasajeros de un coche con el logotipo de Uber. Un taxi llega a recogerlos. El remolque también se lleva otro vehículo con las letras de Cabify. Conducir sin el permiso requerido conlleva sanciones de 4.001 euros, y el vehículo no puede circular hasta que se abone la multa. Luego, los policías ordenan retirar el automóvil de un trabajador autónomo que operaba con la aplicación de Uber. “El Barça tiene 48 horas para retractarse —reitera Tito—, ¡si no se enfrentará a la asamblea!, porque nosotros sí que consideramos la opinión de la gente, de los socios”.
Entretanto, docenas de taxistas solicitan coches VTC mediante la aplicación de Uber en las cercanías de los controles, esperando que aparezca el que lleva los colores blaugranas, para que los policías le pidan la documentación, el remolque se lo lleve y la imagen se difunda por internet. Pero el plan no funciona. El vehículo en cuestión no aparece. Se supone que son 30 y ya están circulando.
Una semana antes, el equipo anunció que Uber sería su nuevo Socio Oficial hasta 2027. “La colaboración nace para optimizar la movilidad de los seguidores y el tránsito en torno al nuevo Spotify Camp Nou —explicaron en aquel momento—. El acuerdo incluye la habilitación de zonas de recogida y el impulso de soluciones ecológicas, como el servicio íntegramente eléctrico de Uber”.
El enfrentamiento de Tito con el Barcelona parece sacado de una película cómica. Si el Fary reviviera… Aun así, sus tácticas generan creciente inquietud entre comerciantes, restauradores y hoteleros. La imagen de la ciudad está en juego. Las noticias del Barça trascienden a todos los rincones del orbe.
Entre los transportistas de VTC circulan mensajes sobre la ubicación de las inspecciones. El de la Carbonera se disuelve a las nueve y media. Tito no se rinde y empieza a recorrer la metrópoli, con Pastis & Buenri sonando fuerte en la radio del coche. Y varios taxistas se afanan en cubrir con algo el logotipo de Uber en los anuncios de la compañía en las paradas de autobús.















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