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Las fuertes precipitaciones que han caído en la República Dominicana tras el paso de la tormenta Melisa han provocado que millares de familias se vean obligadas a buscar refugio para guarecerse. Desafortunadamente, decenas de canes callejeros carecen de amparo y sustento en esta época de aguaceros.
Múltiples ciudadanos señalan las deficientes condiciones y el abandono de muchos dueños hacia sus animales de compañía, al dejarlos a su suerte durante las copiosas lluvias e inundaciones que han afectado el territorio nacional.
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A pesar del constante llamado de las agrupaciones de salvamento animal sobre la necesidad urgente de denunciar el maltrato, mantener los centros de acogida y promover la adopción consciente, lo cierto es que los perritos sin hogar continuarán padeciendo diariamente si la ciudadanía no emprende una acción coordinada.
A continuación, descubriremos por qué es importante resguardar a las mascotas de la lluvia:
El agua estancada en las calles y los charcos es un foco de contagio serio. El agua de la vía pública puede contener parásitos como la Giardia, además de diversas bacterias y virus que provocan vómitos, diarreas y malestar digestivo.
Si un perro bebe de estos pozos o el líquido entra en contacto con mucosas o heridas, puede contraer Leptospirosis, una enfermedad que afecta el hígado y los riñones, y que es transmisible a los seres humanos (zoonosis).
La humedad persistente atrapada en el pelaje genera un entorno propicio para el desarrollo de microorganismos.
Si el manto de la mascota no se seca completamente, esta humedad retenida favorece la multiplicación de hongos y bacterias en la piel, lo que puede causar irritaciones, enrojecimiento, picazón, y en situaciones graves, infecciones como la pioderma o la aparición de micosis.
El agua puede acumularse fácilmente en el conducto auditivo, especialmente en razas con orejas colgantes. Esta humedad constante es un caldo de cultivo para bacterias y levaduras, causando dolorosas y recurrentes infecciones de oído (otitis).
La combinación de humedad y temperaturas bajas puede poner en riesgo la salud respiratoria y la capacidad del animal para regular su temperatura corporal (termorregulación).
La exposición prolongada al frío y a estar mojado debilita el sistema inmune, volviendo a la mascota vulnerable a resfriados, bronquitis y, en escenarios más severos, a neumonía, la cual puede ser fatal si no se atiende a tiempo. Esto es particularmente cierto para cachorros, perros de edad avanzada o razas de pelo corto.
El agua pluvial en las vías arrastra y acumula residuos tóxicos, tales como anticongelantes, aceites de vehículos y fertilizantes, que pueden ser perjudiciales si el perro los lame de sus patas o del suelo.
El estruendo de los truenos y las fuertes lluvias puede provocar gran agobio y nerviosismo en muchas mascotas. Este estado de intranquilidad puede llevarlos a huir, a tener conductas erráticas o a desorientarse.















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