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Cádiz (1973) Redactor y experto en temas tecnológicos. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios informativos y blogs en castellano.
Llevo un mes usando el iPhone 17 Pro Max como mi terminal preferido. Tras este lapso, tengo la impresión de que hay, efectivamente, algo que inspira optimismo en este aparato. Por ello, tras 30 días con él encima, es momento de resumir lo que más me ha impactado del nuevo buque insignia de Cupertino.
El Max esta ocasión es más grande
Durante los dos ejercicios previos había optado por la versión “Pro” estándar, más manejable y con prestaciones casi idénticas. Pero esta vez decidí regresar al formato de mayor tamaño. Tras un mes de uso cotidiano, el iPhone 17 Pro Max me ha devuelto la afinidad por el formato. No percibo un teléfono incómodo. Por el contrario, su peso se siente mejor distribuido y sus bordes más redondeados facilitan el agarre.
Apple ha pulido el diseño lo indispensable para que la talla Max no abrume. Resulta más gentil con las manos, menos anguloso, y proyecta robustez sin ser áspero. Lo curioso es que, siendo mayor, me resulta más fácil de manejar que el iPhone 14 Pro Max que poseía hace tres años. La armonía entre dimensiones y sujeción es, francamente, la mejor lograda por Apple en mucho tiempo.
Además, con el tiempo, se valora una pantalla más extensa. Leer mensajes, teclear o revisar fotografías sin forzar la vista supone un alivio. El formato Max no es solo cuestión de dimensiones, sino también de confort visual. Cuando pasas mucho tiempo frente a pantallas, una diagonal amplia se vuelve una ventaja real.
Como a muchos, el tono Naranja Cósmico ha sido el que me atrajo. Durante este mes lo he utilizado sin funda desde el primer día. Lo asombroso es que luce inmaculado, sin rayaduras, marcas o pérdida de color. Lo llevo siempre encima y, además de ese brillo metálico original, percibo su durabilidad. Da la impresión de que Apple ha dado con un acabado verdaderamente resistente a todo, y eso invita a disfrutar el diseño tal cual, sin ocultarlo bajo una cubierta.
El aspecto fotográfico continúa siendo un deleite. La cámara principal retiene la fidelidad característica de Apple, pero la frontal ha dado un salto notable ofreciendo autorretratos más nítidos, tonos fieles y un modo retrato que por fin es útil incluso con poca luz. El video, sencillamente, es prodigioso. Tomas en 4K que conservan detalle, estabilidad y un rango dinámico impresionante. El zoom también brinda mejores resultados, siendo más claro, con menos granulado y sin ese efecto acuarela que aún se notaba en generaciones anteriores.
En cuanto a operatividad, no se aprecian grandes variaciones si vienes del iPhone 16 Pro, y eso no es negativo. Todo opera con la fluidez habitual de Apple, desde las transiciones del sistema hasta las tareas más demandantes. iOS 26 brinda esa sensación de control y coherencia, sin sobrecalentamientos ni caídas de desempeño.
Si en el pasado algunos modelos experimentaban problemas de temperatura, y me refiero al iPhone 16 Pro, aquí esa cuestión ha desaparecido. He grabado videos largos, editado secuencias, utilizado navegadores y visto YouTube en desplazamientos sin notar que se caliente. No importa si estás bajo el sol o cargando mientras lo usas: el iPhone 17 Pro Max se mantiene en un rango aceptable. Es una de las mejoras más palpables en el día a día.
No es solo que dura más, sino que ofrece sosiego. Finalizar la jornada con más de un 30% de carga ya no es algo extraordinario. Si bien no hay una cifra oficial que asombre, la eficiencia del procesador A19 Pro y los ajustes de iOS 26 hacen que la autonomía se sienta. Ya no reviso el porcentaje con aprensión como antes, y eso dice mucho.
El panel sigue siendo de los más satisfactorios del mercado. La luminosidad máxima a pleno sol es excelente, los colores mantienen su precisión de siempre y visualizar contenido HDR es un placer. Es de esos dispositivos que te incitan a mirar la pantalla incluso sin motivo.
Tras cuatro semanas, la impresión general es que el iPhone 17 Pro Max no impacta por una única característica disruptiva, sino por la madurez del conjunto. No se calienta, la batería rinde más, las cámaras son fantásticas y el diseño, a pesar del tamaño, es agradable. Es un iPhone que parece no buscar deslumbrar, sino asistirte con la certeza de que todo funcionará bien. Y eso, a estas alturas, y más según mi edad, supera cualquier número.














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