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Ese documento fundacional estableció los pilares del nuevo Estado dominicano, ratificando la soberanía popular, la separación de poderes y la vocación de vivir como una nación libre, autónoma e independiente.
Desde 1844, nuestra Carta Magna ha sufrido cerca de 40 enmiendas, reflejando el devenir político, social e institucional del país.
Parte de estas reformas han servido para robustecer el Estado de Derecho y expandir las garantías fundamentales; no obstante, en otras ocasiones los cambios han respondido a intereses coyunturales o de perpetuación en el poder, más atados al clima político del momento que a la consolidación democrática.
1844: Primera Carta Magna, firmada en San Cristóbal. Inspirada en preceptos liberales, aunque con el debatido artículo 210, que confería facultades extraordinarias al mandatario.
1963 (Gestión de Juan Bosch): Una de las más progresistas de nuestra trayectoria, de índole democrática y social, potenciando los derechos de los ciudadanos y vetando la reelección inmediata del presidente. Fue anulada tras el golpe de Estado.
1966: Promulgada bajo el régimen de Joaquín Balaguer, habilitó nuevamente la repostulación presidencial y cimentó un esquema presidencialista robusto.
1994: A raíz de una contienda electoral tensa, esta modificación eliminó la reelección consecutiva y redujo el periodo presidencial a cuatro años.
2015: Se volvió a reformar la Ley Fundamental para permitir la reelección presidencial sucesiva por un único periodo adicional, incluyendo la “cláusula pétrea” que impide al mandatario volver a presentarse tras haber sido reelecto.
2024: Las discusiones y propuestas más recientes se centran en fortalecer la autonomía del Ministerio Público, la solidez institucional y la transparencia en la gestión pública.
La Constitución Dominicana es el pacto superior que ampara nuestras libertades, estructura la República y define los derechos y obligaciones de la ciudadanía.
En sus 181 años de vigencia, ha sido el espejo de nuestra trayectoria: de los avances democráticos, pero también de los escollos que aún enfrentamos para edificar una institucionalidad firme y perdurable.
En esta jornada conmemorativa, más que celebrar una ley, debemos reafirmar el compromiso de honrar la Constitución como emblema de unidad nacional, soberanía y rectitud, y de velar que las futuras modificaciones atiendan siempre al bienestar del pueblo dominicano y al robustecimiento de la democracia.















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