Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Con tanta algarabía generada contra el youtuber Santiago Matías, más conocido como Alofoke, y su programa de telerrealidad “La Casa de Alofoke” en su segunda edición, quienes impulsan esas propuestas de censura están, en realidad, provocando un maremoto que luego será arduo de controlar.
Mucha gente ha intentado restar mérito a este joven surgido de la más profunda miseria económica, espiritual y formativa de nuestros barrios, y promovido por los peores intereses del submundo, pero que ha sabido explotar esa masa poblacional de la que proviene.
Por mi crianza familiar, mi educación, mi visión política y social, y mi edad, no comparto los contenidos que este individuo produce, debido a su vulgaridad, y porque generacionalmente no me representa; no obstante, admito que el sujeto ha sabido capitalizar la escasa, y a veces nula, instrucción de un público que las autoridades (por conveniencia política) han dejado a su suerte.
Reitero que no soy seguidor del material de este personaje, pero le reconozco el talento que posee, no tanto para crear contenido, sino para emular la filosofía de grandes figuras del sector, como el californiano Steven Paul “Steve” Jobs, diseñador industrial y empresario de gran talla, quien se apoyó en diseñadores e ingenieros para desarrollar artículos como el iPod, el iPhone y el App Store.
De manera similar actuó Warren Buffett, un inversor y filántropo sumamente generoso, con cuantiosas donaciones que sostienen fundaciones. Otro ejemplo es Steve Wozniak, la mente técnica brillante tras Apple junto con Jobs.
Alrededor de Santiago Matías laboran profesionales altamente cualificados con aptitudes de sobra para cualquier cosa; entiéndase bien: para producir cualquier tipo de contenido.
No me cabe duda de que los fondos de este muchacho provienen de círculos turbios como aquellos que financian a los escandalosos artistas de reguetón y dembow; tampoco tengo la certeza absoluta (a fin de cuentas, muchos de los funcionarios que ostentamos en las distintas ramas del Estado son respaldados por esos mismos entornos teñidos por el narcotráfico). Pero lo que sí es palpable es que hay fuerzas superiores moviendo los hilos de la marioneta.
Bajo ninguna circunstancia seré un defensor de esta clase de contenidos o actividades, pero deseo advertir a ciertos grupos que, con la postura que están adoptando frente a este “fenómeno de las redes dominicanas”, podrían estar gestando un monstruo cuyo poder resultará inexpugnable después.
Y digo esto porque, aunque a Santiago Matías quizás los poderes fácticos que dictan quién será o no presidente en este país no lo impulsen como aspirante presidencial, no se asombren si en 2028 lo ven liderando la papeleta de uno de los tres principales partidos como candidato a senador, tomando juramento el 16 de agosto de ese año.
Estimados, en los vecindarios de Santo Domingo (y me refiero a toda la República Dominicana), “La Casa I y II” puede compararse con el Super Bowl estadounidense, donde las corporaciones nacionales invierten sumas considerables para aparecer como patrocinadores de este reality (La Casa de Alofoke), y donde incluso el Palacio Presidencial y el Congreso Nacional dedican tiempo a apoyar al “Team Fruta”.
Yo me resistía a mirar este programa; sin embargo, aquí en Nueva York, donde me encuentro al tiempo de redactar estas líneas, en Pennsylvania, Nueva Jersey y otros estados y comarcas, ese show se ha convertido en una obligación en cada hogar donde reside un dominicano, un puertorriqueño o un colombiano.
Así que, a esos estamentos que creen que con un comunicado de prensa pueden frenar a este fenómeno, con una frase que es casi un estribillo en nuestros barrios más olvidados, les lanzo esta advertencia: “No se metan en eso, que hay peligro”, y es posible que aquellos que hoy lo desprecian, el mañana lo necesiten.















Agregar Comentario