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WASHINGTON – El titular de Transporte de EE. UU., Sean Duffy, advirtió este martes sobre la posibilidad de tomar “acciones” contra los controladores aéreos que faltan a sus labores por no recibir remuneración debido a la paralización gubernamental, la más extensa de los registros.
Duffy hizo estas declaraciones en una comparecencia ante la prensa, luego de que el presidente, Donald Trump, comunicara el lunes su intención de reducir el sueldo a aquellos controladores que no asistan y ofrecer un incentivo de $10,000 a quienes sí cumplan con sus turnos.
“Su compromiso me inquieta. Su civismo me preocupa. Aún no hemos decidido nada, pero examinaremos a aquellos controladores que hayan decidido de forma continua no presentarse a laborar”, señaló Duffy desde la terminal aérea de Chicago.
“Busco incorporar más personal de control aéreo, no deshacerme de él, pero si tenemos controladores que de manera constante incumplen sus funciones, tomaremos cartas en el asunto”, añadió.
En la misma reunión informativa, el secretario indicó que las torres de control mostraron este martes una menor afectación de personal puesto que la mayoría de los empleados “vislumbran el fin del cierre y están más animados”, tras el avance en el Senado de una propuesta para reanudar las operaciones del gobierno.
El cese de actividades del gobierno federal por falta de fondos, que con 42 días es el cese más largo de la historia, está afectando particularmente la aviación, ya que miles de controladores sin ingreso están excusándose diariamente por motivos de salud.
La carencia de controladores obligó a la administración de Trump a ordenar una disminución del 10% en el tráfico aéreo de los 40 aeropuertos principales del país, lo que ha provocado una oleada de demoras y cancelaciones de vuelos.
Más de 1,200 aeronaves permanecen en tierra este martes y otras 3,200 han sufrido retrasos, al tiempo que aumenta la inquietud ciudadana ante la proximidad de las festividades de Acción de Gracias, a finales de noviembre.
Luego de varias semanas de esfuerzos infructuosos, el Senado aprobó el lunes, con el apoyo de un sector de demócratas disidentes que se unió a los republicanos, una prórroga presupuestaria para reabrir el gobierno, iniciativa que ahora requiere la aprobación de la Cámara de Representantes y la firma de Trump.















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