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Washington y Nueva York, EE. UU. – La posibilidad de una incursión militar norteamericana en Venezuela subió de nivel esta semana. Mandos militares superiores presentaron al presidente Donald Trump esquemas detallados para una posible acción bélica contra la nación caribeña, según reportó CBS News.
Si bien fuentes de la administración aseguran que “todavía no hay una resolución definitiva”, la divulgación de esta reunión informativa secreta ha disparado las alertas a nivel global.
La junta con Trump incluyó al Secretario de Defensa, Pete Hegseth, el Jefe del Estado Mayor, Dan Caine, y funcionarios de inteligencia. El diálogo se enfocó en alternativas para una operación militar que podría llevarse a cabo “en los próximos días”.
Este informe, sumado al reciente acercamiento del portaaviones USS Gerald Ford, el mayor del mundo, a las costas venezolanas, es interpretado por conocedores como un aumento calibrado en la estrategia de Washington para impulsar un cambio de gobierno, posiblemente mediante un derrocamiento militar.
El Secretario de Estado, Marco Rubio, endureció el discurso desde el encuentro de ministros de exteriores del G7. Rubio tildó al gobierno de Nicolás Maduro como un “poder ilegítimo que, esencialmente, opera como una red de narcotráfico que se ha apoderado del mando”.
Rubio recalcó que su país tiene prerrogativa para tener tropas en el continente y para perseguir a Maduro, recordando que el líder está imputado en EE. UU. por delitos relacionados con el narcotráfico.
“No creo que le corresponda a la Unión Europea definir el derecho internacional, y lo que de ninguna manera pueden hacer es dictaminar cómo Estados Unidos salvaguarda su seguridad nacional. Estados Unidos está siendo hostigado por criminales organizados, narco-terroristas en nuestro hemisferio,” manifestó.
El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, respaldó la posición en plataformas digitales, declarando: “el hemisferio occidental es nuestro entorno y lo vamos a resguardar”, al anunciar el inicio de la Operación Lanza del Sur.
Mientras la gestión endurece su retórica pública, persiste una discusión interna sobre los límites de la intromisión. Voces influyentes, como la del ex enviado especial para Venezuela, Elliot Abrams, presionan a Trump para ir más allá.
Abrams, conocido por su intervención en favor de la Contra nicaragüense, manifestó su “gran aprensión” de que Trump “esté dudando” y que el régimen de Maduro logre subsistir, lo cual vería como un triunfo para el líder venezolano.
” Pienso que la interrogante crucial ahora es si EE. UU. efectuará alguna acción militar que realmente impacte a Venezuela en sí, aun si es una pista de aterrizaje en alguna región occidental de Venezuela, algo dentro del territorio venezolano. Creo que ese es el punto medular,” argumentó Abrams.
La antigua líder del Comando Sur, la generala Laura Richardson, extendió la justificación para la presión bélica. Frente al Atlantic Council, insinuó que la fuerte movilización militar busca provocar una “transformación interna” o la dimisión de Maduro.
Richardson también reformuló el panorama, mencionando la creciente presencia de China, Rusia e Irán en Latinoamérica, a lo que denominó un “bloque de adversarios”.
” Pienso que nuestro bloque de adversarios está observando con mucha atención lo que haremos y qué recursos emplearemos”, señaló la generala, sugiriendo que el enfrentamiento en Venezuela conlleva repercusiones geopolíticas mayores.
Especialistas también destacaron la enorme complejidad de una “Venezuela pos-Maduro”, que demandaría la despolitización de aparatos civiles y uniformados, y definir qué hacer con agrupaciones armadas fieles al régimen, como los colectivos y milicias aliadas.








