El chikunguña es un padecimiento viral que se halla en naciones con clima cálido y mucha precipitación, principalmente en zonas como África, Asia y América.
El chikunguña es una afección vírica clasificada como alfavirus, identificada por primera vez en 1952 en Tanzania. Su peculiar denominación proviene de una expresión en lengua Kimakonde que significa encorvarse, uno de los signos característicos que manifiestan quienes padecen el virus, pues debido a las intensas molestias articulares se inclinan para aminorar el sufrimiento.
Es un cuadro febril cuyos signos persisten por un lapso de 2 a 5 jornadas. El manejo se basa en el descanso y el consumo de fármacos para aliviar los síntomas y mejorar el bienestar del afectado.
El chikunguña posee muchas semejanzas con el Dengue, y se propaga mediante la mordedura infecciosa de los mosquitos Aedes Aegypti y Aedes Albopictus.
La proliferación de estos insectos en áreas rurales y urbes principales se ha tornado un desafío sanitario, por lo cual es fundamental implementar los cuidados preventivos necesarios para frenar su reproducción y así disminuir la probabilidad de contraer las dolencias virales que diseminan.
Para el chikunguña o chikungunya aún no hay una cura ni una vacuna disponible, pero sus manifestaciones son fuertes e incómodas para la persona, quien debe medicarse para mitigar la incomodidad generada por la fiebre, las evacuaciones líquidas o las náuseas.
En términos generales, es una situación que no implica riesgos graves si se atiende oportunamente y siempre que el individuo guarde el reposo apropiado e incremente su ingesta de líquidos para contrarrestar las secuelas de la diarrea o el vómito.
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