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Santo Domingo.- Las uñas trascienden lo meramente estético; funcionan como un espejo de nuestro estado de salud general. Su apariencia, tinte y textura pueden develar desde carencias nutritivas hasta afecciones más graves. El cuidado apropiado va más allá de la vanidad, es también una cuestión de bienestar.
Según parecer de los dermatólogos, unas uñas saludables lucen un tono rosado, son resistentes, uniformes y están libres de marcas o asperezas. Si percibimos alteraciones en el color, debilidad o deformidades, es fundamental prestar oído atento, pues estas pueden ser indicativos de diversos inconvenientes médicos.
Por ejemplo, las uñas que se rompen o son débiles se asocian frecuentemente a una escasez de vitaminas como biotina, hierro o zinc. Las pecas blancas podrían señalar pequeños golpes accidentales o déficits de minerales, en tanto que las uñas que viran al amarillo suelen ser resultado del abuso de pintauñas o de infecciones micóticas.
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La tensión emocional igualmente impacta la vitalidad de las uñas, pudiendo generar la aparición de estrías o hendiduras. En situaciones más serias, modificaciones evidentes como el engrosamiento o una curvatura inusual podrían vincularse a padecimientos pulmonares, cardiacos o hepáticos, tal como señalan los expertos en el campo de la dermatología.
Para conservar unas uñas vigorosas y sanas, los especialistas sugieren:
Las uñas tienen la capacidad de comunicar bastante sobre los procesos internos del cuerpo. Por esto, examinarlas con detenimiento y visitar al dermatólogo ante cualquier variación es crucial para identificar con antelación posibles trastornos de salud.
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