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El Salmo 23: una clave para la bonanza

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Hay una antigua costumbre espiritual que sostiene que entonar el Salmo 23 siete veces atrae la bonanza y elimina las trabas habituales de la vida diaria.

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Hay una antigua costumbre espiritual que sostiene que entonar el Salmo 23 siete veces atrae la bonanza y elimina las trabas habituales de la vida diaria. El número siete representa la culminación y la completitud, apareciendo frecuentemente en narrativas como el diseño del mundo en siete jornadas y numerosos otros textos, mereciendo por tanto un análisis más detallado.

El Salmo 23 es uno de los fragmentos bíblicos más reconocidos, atribuido al monarca David, quien antes de ser regente de Israel era pastor. Su vivencia le permitió observar la fe y la dependencia que el ganado deposita en su cuidador, y lo equipara de manera muy acertada con lo Eterno.

Durante siglos se ha investigado el impacto de la palabra y el vigor de la plegaria. Su función como instrumento de realización se ha manifestado a lo largo del tiempo.

Los versos del Salmo 23 se declaman desde la perspectiva de alguien que es legítimo poseedor por ser hijo de Dios, sabiendo lo que le corresponde por derecho, y no desde la postura de un suplicante. Partiendo de ese entendimiento, la repetición de este salmo facilita la disolución de impedimentos; es una afirmación de seguridad y confianza en el amparo, la provisión y el resguardo divino, tanto en épocas serenas como en momentos difíciles.

El Salmo 23 arranca declarando “Mi pastor es el Señor; nada me hará falta”, una certeza absoluta de la provisión celestial que implica que, bajo el cuidado de Dios, todas las carencias serán cubiertas, sean estas terrenales o del espíritu.

Un pastor vela, dirige y protege a sus ovejas. “En prados de hierba fresca me hace reposar; junto a aguas tranquilas me conduce.” Los “prados verdes” aluden a la opulencia y sustento, mientras que las “aguas apacibles” representan calma y restauración.

“Restaura mi ser; me guía por senderos rectos por honor a su nombre.” Esto decreta renovación del alma y afirma la rectitud, muy acorde con el concepto de Dios, creador de normas, cuya infracción, especialmente la de acción y consecuencia, origina sus resultados.

El fragmento subsecuente señala “aunque cruce un valle de sombra mortal,” planteando que incluso en los instantes de grave apuro o riesgo, la presencia Divina promete alivio y resguardo; “tu vara y tu cayado me tranquilizan” usa imágenes de utensilios usados por un pastor para infundir sosiego.

La “vara” se empleaba para defender al rebaño de peligros y para corregir su rumbo, mientras que el “cayado”, con su curva distintiva, servía para orientar con delicadeza y rescatar a una oveja descarriada. Al manifestar que estas herramientas “infunden aliento”, el salmista expresa que, incluso en los momentos más duros o confusos como el “valle de sombra de muerte,” Dios brinda defensa, corrección y dirección, ofreciendo fortaleza y esperanza.

Más adelante el enfoque se transforma a Dios como anfitrión, proclamando “Aderezas mesa frente a mí, a la vista de mis adversarios; unges mi cabeza con aceite; mi copa se desborda.” Dios, brinda refugio, con generosidad y hospitalidad, preparando sustento para el salmista justo enfrente de sus contrarios, manifestando protección y dignidad. Untar la cabeza con aceite es un gesto de estima y dedicación. La copa rebosante significa abundancia y total satisfacción.

“Ciertamente el bien y la bondad me acompañarán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor moraré por largos años.” Estos versos concluyen expresando su convicción de que la benevolencia y el afecto de Dios lo seguirán, y su anhelo de permanecer en su presencia por la eternidad.

Existe una antigua costumbre espiritual que asegura que recitar siete veces el Salmo 23 provee prosperidad y libera obstáculos propios de la cotidianidad. El número siete simboliza perfección y plenitud, es recurrente en relatos como la creación del mundo en siete días y muchos otros pasajes por lo que merece un estudio más profundo. En tiempos de incertidumbre y turbulencia esta práctica espiritual es un gran aliciente.

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