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Arecibo (Puerto Rico).- El sapo concho, el único nativo de Puerto Rico, que alcanzó notoriedad este año por aparecer en el documental ‘Debí tirar más fotos’ de Bad Bunny, lucha contra su extinción como especie desde hace más de cuarenta años mediante reproducción asistida por herpetólogos.
“El personaje del concho, gracias a esta producción de Bad Bunny, se ha hecho visible y hasta cierto punto ha salido del anonimato. Es un ser vivo que siempre ha formado parte de la biodiversidad de Puerto Rico, de nuestra fauna”, comenta a EFE Sondra Vega, bióloga de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Arecibo, en el norte del archipiélago.
Apuesto por su nariz prominente y célebre por ser el que dice “Acho PR es otra cosa”, este anfibio vive entre seis y ocho años en cautiverio y la mitad en su medio natural, que se ve comprometido por la destrucción de su entorno, predadores como libélulas y fauna invasora.
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Vega, de 53 años y experta en preservar esta especie, señala que gracias a esta difusión del personaje inspirado en el *Peltophryne lemur*, nombre científico del sapo concho, se ha logrado llegar a un público más amplio para informar sobre este anfibio que pugna por no desvanecerse desde 1984, año en que se inició un programa para su amparo.
“Esa conexión con las personas no se había logrado con la magnitud que ha alcanzado este año”, puntualiza la herpetóloga, sorprendida por el interés ciudadano mientras instruía sobre esta especie durante la estancia de Bad Bunny.
El desafío de procrear al sapo concho en Puerto Rico
Abel Vale Nieves, líder de la organización sin fines de lucro Ciudadanos del Karso, involucrada en este esfuerzo de conservación desde 2006 junto a la UPR, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), el Gobierno federal y catorce zoológicos de EE. UU., exige un centro de cría del sapo concho en Puerto Rico para reducir costos.
“Hasta ahora, la reproducción se efectúa en zoológicos de Estados Unidos y Canadá, y son transportados por aire en contenedores, con agua, les proveen oxígeno, todo lo necesario para su supervivencia, y luego son devueltos a charcas”, explica Nieves a EFE, antes de recibir a nueve científicos en su predio El Tallonal para soltar veinte adultos y 106 ejemplares jóvenes de estos anfibios equipados con rastreadores.
En El Tallonal, se construyeron tres estanques artificiales para esta especie, aficionada a los ecosistemas boscosos áridos y semiáridos, sobre todo del sur de Puerto Rico, y que se multiplica vigorosamente en periodos breves, principalmente tras lluvias copiosas.
Se calcula que una hembra de sapo concho puede poner entre mil y tres mil huevos en un ciclo reproductivo, aunque el máximo registrado es de quince mil. Con estas iniciativas de salvaguarda, en junio de 2025 se habían liberado 751.938 renacuajos, 58.983 de ellos durante el verano de ese año.
Un ser vivo aún poco conocido
Desde El Tallonal, Ramón Luis Rivera, director técnico de la sección de Ecología del DRNA, afirma que queda mucho camino por recorrer para evitar la desaparición del sapo concho, puesto que menos del 5 % de los puertorriqueños lo conocía antes de su fama con Bad Bunny.
“Aún existe ignorancia, así que tenerlo presente y facilitar que la ciudadanía colabore directamente en Puerto Rico, nos ayudaría a que la gente lo aprecie”, señala Rivera, en referencia a la creación del tantas veces mencionado primer núcleo de reproducción de especies amenazadas en la isla.
El plan fue aprobado esta semana por el DRNA y solo resta la validación de la Oficina de Gerencia de Permisos para empezar su edificación, que tomaría un año o un año y medio y generaría, según Rivera…















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