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Los castigos físicos y psicológicos documentados estadísticamente sobre el modo en que los progenitores y responsables “corrigen” a la infancia del país, sumados a los abusos, incluyendo los de índole sexual procedentes de su entorno, evidencian, por su alta frecuencia, que la sociedad y el poder público deben concentrarse en implementar mecanismos disuasorios duraderos, especialmente con motivo del día mundial para evitar estos problemas.
Es fundamental señalar que tres entidades especializadas, lideradas por el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (Conani), han tomado como prioridad examinar los atentados contra los menores, de corte epidémico, desde ópticas jurídicas, anímicas, pedagógicas, de salud y de asistencia social comunitaria.
Llevar a cabo iniciativas que inevitablemente influyan en la comunidad posee una justificación apremiante: el último Sondeo Nacional de Viviendas de Usos Múltiples reveló que el 62% de los infantes de ambos sexos hasta los 14 años ha sufrido alguna forma de corrección brutal en casa, y Conani recibe anualmente cientos de denuncias de actos contra la descendencia que ponen en riesgo su bienestar físico o anímico.
Los resultados de tratos crueles, más sólidamente verificados por estudiosos sociales, son la generación de disputas familiares, desamparo de los hijos, y su consecuente exposición a la vida en las calles y al comercio sexual, impulsado por conductas irresponsables de los padres.
La desorganización familiar frecuentemente origina patrones de peligro como el abuso de sustancias alcohólicas y estupefacientes, y la integración a grupos delictivos; desviaciones que también se vinculan con problemas de aprendizaje, inasistencia y abandono escolar.
Cuando un hogar se rige por la violencia y el trato afectivo insensible hacia los más jóvenes, sus integrantes tienen una mayor propensión que aquellos en entornos estables a padecer dolencias corporales y mentales, y los adultos que sufrieron embates en su niñez tienen más chances de replicar agresiones hacia sus allegados y la comunidad.














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