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Emilio Baena, exfuncionario de Hacienda: ‘Si efectúas esto, te investigarán al ciento por ciento’

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Independientemente de si todo se ha gestionado conforme a la ley o si sus finanzas están al día: el temor a una auditoría fiscal es compartido por numerosos ciudadanos.

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En territorio español, el simple hecho de recibir una comunicación de la Agencia Tributaria provoca inquietud en muchas personas. Independientemente de si todo se ha gestionado conforme a la ley o si sus finanzas están al día: el temor a una auditoría fiscal es compartido por numerosos ciudadanos. Y aunque no todas las revisiones culminan en multas, el proceso puede resultar bastante tedioso.

Este pánico no es infundado. Dada la creciente informatización, Hacienda dispone de más recursos que nunca para escudriñar las transacciones económicas de los contribuyentes. Mucha gente ignora hasta qué punto sus egresos, entradas y costumbres son monitoreados. Cualquier desajuste puede despertar sospechas. Por ello, a menudo surge el interrogante: ¿qué es exactamente lo que hace que Hacienda centre su atención en alguien?

En este marco, la opinión de un exfuncionario de Hacienda adquiere gran valor. Nos referimos a Emilio Baena, quien por más de una década formó parte del organismo y conoce directamente los criterios que pueden desencadenar una fiscalización. Su vivencia le ha permitido identificar los patrones que con mayor facilidad activan las alertas del sistema. Ahora, desde fuera, ha optado por compartirlo abiertamente: “Si caes en esto, te investigarán al cien por cien”, afirma con total seguridad.

Las pistas que inician una revisión fiscal

Emilio Baena detalla que en sus años en la Agencia Tributaria, la labor era considerablemente más artesanal. Los documentos físicos y las revisiones una por una eran la norma diaria. Pero actualmente, comenta, el panorama ha cambiado drásticamente: Hacienda se apoya en tecnologías avanzadas como Big Data e inteligencia artificial para procesar millones de datos al instante. “Ya no es necesario que un inspector revise cada expediente manualmente. Un programa informático lo hace, de forma continua”, señala.

Cada contribuyente, sea persona natural o entidad mercantil, posee un baremo de riesgo tributario, que funciona como una calificación interna que se actualiza permanentemente según las operaciones financieras detectadas. Este baremo es fundamental: cuando excede un nivel preestablecido, se genera un aviso y se pone en marcha una verificación automática o, incluso, una inspección formal.

Según Baena, existen varios indicios que garantizan un examen prácticamente seguro. Entre ellos se destacan:

* Desembolsos que no concuerdan con las rentas reportadas. Por ejemplo, si se perciben 1.500 euros mensuales pero se afronta el pago de una hipoteca, viajes, un vehículo nuevo y comidas frecuentes.

* Movimientos bancarios entre cuentas sin justificación clara, particularmente si hay giros entre parientes o amistades que no se alinean con los ingresos declarados.

* Utilización de activos digitales o intercambios internacionales habituales, que suelen ser de particular interés para Hacienda.

* Manejo excesivo de efectivo, sobre todo si los modelos de gasto no cuadran con lo declarado.

* Documentos fiscales con comportamientos extraños, como muchas ventas exentas de IVA o secuencias numéricas irregulares.

* Aparición en registros internacionales, como en listados de socios en compañías foráneas.

El nuevo mecanismo no se basa en percepciones humanas. La IA que emplea la Agencia Tributaria no desfallece, no se distrae y no olvida. Cada adquisición, cada inversión, cada movimiento bancario queda registrado e influye en el algoritmo que determina si mereces ser auditado. Esto significa que el margen de error u olvido, que antaño podía pasar inadvertido, hoy puede ponerte en el foco con tan solo una pulsación.

Por esta razón, Emilio Baena enfatiza que la organización fiscal no es una opción, sino una necesidad imperiosa. No basta con operar legalmente, también es preciso aparentarlo. En muchas ocasiones, fallos aparentemente menores en la manera de presentar o informar los ingresos pueden ser interpretados como evasión, aun sin intención.

En palabras de Baena, “una auditoría no solo puede suponer un coste económico, sino que consume tiempo, inmoviliza recursos y te arrebata la calma”. Por ende, concluye, la anticipación y la claridad son elementos cruciales.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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