Miami (EE. UU.).- La escasa delegación que se prevé enviará Estados Unidos a la Conferencia sobre el Clima en Brasil representa un paso adicional en el pulso del mandatario estadounidense, Donald Trump, contra las políticas climáticas, tras calificar recientemente dichos esfuerzos como “farsa” y “engaño”.
El Gobierno de EE. UU., ubicado entre las tres naciones que más contaminan a nivel mundial, junto a China e India, todavía no ha designado a sus representantes para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), a celebrarse del 10 al 21 de noviembre en Belém.
Esta es la primera cumbre climática desde el retorno de Trump a la Casa Blanca, aunque durante su primer mandato (2017-2021) el empresario neoyorquino ya había reducido notablemente la presencia estadounidense en este encuentro, donde se congregan todas las naciones para abordar la emergencia climática.
En aquel entonces, Trump manifestó gran duda y rechazo hacia el foro, promoviendo los combustibles fósiles; una postura que se ha acentuado desde enero pasado con la eliminación de la oficina del clima, el abandono —nuevamente— de los Acuerdos de París y un discurso mucho más confrontativo contra estas directrices.
En la última Asamblea General de la ONU en Nueva York, el republicano calificó esta alteración climática, probada científicamente, como “el mayor timo jamás montado al mundo”.
EE. UU. podría disminuir significativamente sus gases de efecto invernadero (GEI) para 2035 mediante acciones climáticas locales
“Ese mensaje fue calculado. Declaró a las naciones del orbe, previo a la COP30 y durante la semana del clima, que debían apartarse del proceso de la COP, tal como hizo Estados Unidos”, comentó a EFE Alice C. Hill, investigadora principal de energía y medio ambiente en el Consejo de Relaciones Exteriores.
Trump también ha incluido la compra de recursos fósiles estadounidenses en convenios firmados con ciertos países para bajar sus gravámenes. El pacto con la Unión Europea estipula la adquisición de 750.000 millones de dólares en hidrocarburos y gas norteamericanos por parte del bloque a lo largo de tres años.
La posición de Trump, quien ya obstaculizó a mediados de octubre un gravamen mundial a las emisiones del transporte marítimo, hace temer un menoscabo al éxito de la reunión en Belém, donde los puntos cruciales son la financiación climática y la transición hacia energías más limpias.
Estados Unidos es un actor esencial en estos cumbres no solo por su peso como emisor global, sino también por su capacidad para proveer recursos económicos a las entidades vulnerables para que cumplan sus metas climáticas.
En la cumbre previa, efectuada el año pasado en Azerbaiyán, los países acordaron triplicar los fondos destinados a las economías en desarrollo, elevando el tope anterior de 100.000 millones de dólares anuales a 300.000 millones anuales para 2035.
No obstante, la desconexión de Washington parece complicar dicho objetivo e ha instado a otras potencias a moderar sus ambiciones ambientales.
“Es un esquema voluntario que presupone que los estados aumentarán su determinación si otros lo hacen. (El resto de países) ahora observan cómo EE. UU., el mayor emisor histórico a nivel mundial, el segundo en emisiones y el principal exportador de gas natural, se está apartando”, explicó Hill.
Apenas alrededor de sesenta estados han presentado sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) antes de la conferencia, informes que los participantes entregan con carácter voluntario detallando sus estrategias nacionales para adherirse a los Acuerdos de París.
Frente al alejamiento de Estados Unidos de la acción climática, la experta sugirió que otros protagonistas podrían aprovechar “para afianzar su liderazgo ambiental”.
China se ha consolidado en los últimos años como un significativo productor de energías renovables, aunque el carbón sigue siendo uno de los pilares de su matriz energética, y su influencia se expande al llevar su proyecto de ‘La Franja y la Ruta’ a más territorios.
Pero Hill también apuntó que el Bloque Europeo “tiene la oportunidad de que sus marcos normativos se vuelvan predominantes a nivel mundial” ante la ausencia de Estados Unidos en la escena.
“Bajo la administración de Trump, (EE. UU.) ha desmantelado su auxilio al desarrollo, incluyendo esquemas orientados a fortalecer la capacidad de adaptación al clima de las naciones. Estos programas han desaparecido y dichos países son más expuestos. Buscarán aliados que les tiendan una mano”, sentenció. EFEverde
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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